JOAQUÍN QUIROGA, LA FUERZA EN EL MOMENTO JUSTO
El longcasting es un deporte que se inició en Inglaterra a fines del SXX cuando el pescado se fue alejando al ritmo de la depredación y se volvió necesario arrojar el plomo a mayor distancia. La historia cuenta que dos pescadores se empezaron a disputar quién tiraba más y como no podían medir la distancia en el agua, fueron a un campo. Esa habría sido la primera competencia de tiro o revoleo, como se llamaba en un primer momento.
Progresivamente esta habilidad se habría trasladado a Italia (hay entre este país e Inglaterra una rivalidad sobre dónde surgió el deporte) y luego a Argentina, cuando los pescadores de mar comenzaron a investigar qué hacían los ingleses para llegar tan lejos con el plomo. Parece que los primeros antecedentes del longcasting se habrían visto por Monte Hermoso y Clarómeco donde hacían un revoleo, o lanzamiento del plomo con un movimiento inicial, no desde el piso.
Poco a poco se fue difundiendo la técnica del longcasting, deporte que consiste en utilizar una caña con un reel adaptado especialmente y tirar plomos de distinto peso (de 100, 125, 150 y 175 gramos) que están sujetos a un chicote, dentro de una cancha en foma de cono. En uno de los vértices o pedana se ubica el tirador en cuyo frente, a 250 metros, hay tres banderas que ayudan a indicar para dónde va el viento. Gana el que tira más lejos. Empieza por ser una cuestión de necesidad y muta, pasando por el juego, hasta convertirse en deporte.
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Joaquín Quiroga tiene 28 años, nació en Otamendi, partido de General Alvarado, y es hijo de un ex aficionado a la pesca y alambrador, “el Fito” como él mismo lo llama. Cuando tenía 15 años su familia se mudó a Miramar, a 27km, lo que influyó en que abandone la secundaria y comience muy tempranamente a seguir el oficio de alambrador que había iniciado su abuelo y que continuó su padre durante 30 años. El Fito, por su parte, se abrió un local de venta de carnada, Kiosco El Muelle se llama la casita de cerco de madera despintada pero muy prolijo, ubicada justo en la ochava que está cruzando la avenida, frente al muelle. A sus espaldas, con el césped cortito y luces blancas se levanta la plaza ARA General Belgrano, un homenaje del Municipio y distintas agrupaciones de veteranos de guerra a los tripulantes de esa embarcación caídos durante la Guerra de Malvinas.
Cuando iba al kiosco Joaquín se divertía parándose en la costa e intentando pasar el muelle con el plomo de la caña de su padre. Cuando volvía al kiosco le contaba cómo había sido ese día: uno malo tiraba a 200, 205 metros. El Fito un día se enojó y le dijo “Joaquín no puede ser que vos agarrés la caña cuando se te canta y tires a 200 metros, ¿por qué no te vas a Mar del Plata y aprendés?”
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En el rubro de los pescadores es un saber corriente que los peces más grandes se encuentran en lo más profundo, lo cual se acentúa aún más cuando el mar está picado, adquirir la técnica del tiro se vuelve entonces más que un entretenimiento una necesidad, hay torneos de pesca en los que los premios son realmente importantes incluso hasta el puesto 50 o más: mucha plata, camionetas, autos, electrodomésticos.
Hoy en día el deporte tiene sus reglas específicas. A nivel internacional la principal competencia es el Mundial que se realiza desde 1998 para hombres y desde 2014 para mujeres. En nuestro país la organización encargada de regularlo es la CAPYL, Confederación Argentina de Pesca y Lanzamiento, la cual se encuentra dentro de la FIPS, Federación Internacional de Pesca Sportiva. Todo el territorio nacional está dividido en cuatro zonas: centro, sur, oeste y zona metropolitana, las cuales organizan torneos periódicos de abril a noviembre que clasifican a los Nacionales que se realizan una vez al año y dan el pase al Mundial. Éstos, las competencias internacionales más importantes, se disputan por grupos o selecciones, e individualmente.
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En 2019 comenzó a hacer longcasting y de los últimos cuatro Mundiales ganados consecutivamente por Argentina, Joaquín estuvo en tres. “Cuando entraste fuiste, no saliste más”, me dice el día de la entrevista, un sábado de invierno que hacía 8º y el cielo era de un gris sacado de una película de Tarkovski. Daba ganas a la vez de llorar y de tomar un café con leche.
Ese año su primer tiro de péndulo fue de 222 metros. La primera fecha que hizo fue en Necochea. Para ir, dado que se usan distintos reeles según cada plomo, le sacó dos reeles al viejo y los adaptó. Como era su primer torneo lo pusieron en segunda categoría. Quedó primero con 221 metros tirando con el plomo de 175 gramos. “De ahí no paré más, sabés qué lindo es llegar al podio, trofeito.” En la siguiente fecha ya me pasaron a primera y quedé entre los mejores diez. La tercera fecha en la que participó fue en Miramar con 125 gramos, ahí por primera vez pasó los 250 metros. Ese mismo año clasificó al Nacional y participó de un Internacional que se hizo en Miramar quedando 10º. En 2021 quedó 7º en la tabla general del Nacional que se hizo en la zona Metropolitana lo que le permitió ingresar al Mundial de Paraguay y hacer podio, quedando número 3 del mundo con 150 gramos. En la contabilización general individual quedó 5º, su mejor resultado… hasta ahora. Al año siguiente asistió también al Mundial de Túnez quedando 6º y en Italia este año logró la misma posición.
“Voy a estar en el campo entrenando, venite para acá si querés”. Si el deporte es todavía una extrañeza para el general de la población, ver una persona en el medio del campo, con una caña, parado detrás de una marca y haciendo movimientos pendulares, lo es aún más. Si están cerca de una ruta más de uno se frena para preguntarles si hay pique, pescadores de lombrices los llaman quienes no son parte de ese mundo.
Joaquín estaba con Pipi y Tatú preparándose para el próximo torneo de la zona. Pipi es Nazareno Seren y Tatú es Carlos Olea, también deportistas, el primero incluso miembro del equipo argentino que viajó al Mundial de Italia en abril de 2024 junto a Joaquín.
Llegaron a las 10.30, Pipi vino de Tandil la noche anterior, donde vive y trabaja en una oficina y trajo chorizo seco y pan para el almuerzo. “Este es un deporte de gordos, no tenemos la figura típica de un atleta”. Y es que el longcasting tiene una particularidad, podés empezar la actividad en cualquier momento de la vida, Pipi comenzó a los 33 años, en el 2020, con la pandemia, en el contexto en que sólo se podían practicar deportes al aire libre y con pocas personas. Ya le gustaba pescar y arrancó con la intención de mejorar su tiro y llegar más lejos. Y en pocos años se pueden obtener resultados que te lleven a formar parte de la Selección nacional y a disputar un Mundial. Juan Humber, el último campeón mundial, por ejemplo, la primera vez que participó de esa instancia, llegó sin haber siquiera participado de una competencia oficial anterior.
Pipi y Joaquín actualmente están parejísimos, por lo que se disputan el lugar en la próxima fecha. Cuenta Pipi que en el último torneo luego de hacer el tiro con el que salió ganador, y antes de saber los metros, salió de la pedana (base desde la cual se ejecutan los tiros), “levanté la mirada y al primero que miré fue a él. Joaquín me dice salió feísimo el tiro amigo, yo no soy tan técnico pero tengo fuerza”. Había hecho 270, 94 metros.
Después de dos horas observándolos y de más de un amague Joaquín saca el mate. “¿Dulce o amargo?”, me pregunta. Mate que comenzará en el campo, en un predio prestado que tienen que aprovechar ahora porque una vez que esté sembrado ya no sirve más para entrenar, y seguirá en su casa en Miramar. Me tocará el segundo mate, lo agarro en un gesto decidido y esperanzado en calentarme el cuerpo, sobre uno de los lados leo “Longcasting”.
Joaquín, Pipi y Tatú juntos pueden dar una conferencia acerca de la historia del longcasting, con mención especial en resultados, podios y trayectorias: conocen los metros exactos que hizo cada competidor en las distintas fechas y la posición en la tabla que alcanzó. Son especialistas y poseedores de un saber exhaustivo en torno a su deporte. Se refieren a sus contrincantes como Naza, Matu, Facu, Guille, Gurru, Nico, Carlos, el Rafa, no emiten un apellido a menos que se trate de un maestro, o de que se los pida. Sentada en la silla más cercana a la estufa, los escucho.
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En un inicio solo había tiradores en la zona metropolitana y la provincia de Buenos Aires. De ahí que a medida que se difundió el deporte, en la configuración territorial de las zonas, el este geográfico coresponda a la llamada zona centro, la cual abarca desde el partido de La Costa hasta Olavarría y de ahí al sur hasta Claromecó, y su participación y calidad vienen siendo indiscutibles. Desde que Argentina se incorporó a la FIPS en 2008, los últimos han sido los años en que tuvo su mejor desempeño, ha sido la campeona mundial por grupos desde 2021 a la fecha, cuatro mundiales consecutivos, destronando a las que eran hasta el momento potencias: Inglaterra e Italia. La zona centro ha tenido un rol importante en esto, no solo por la cantidad de tiradores que suma año a año a la actividad (aunque el último año creció mucho también la zona metropolitana), sino especialmente por los resultados que estos obtienen en los Nacionales (los tiradores que asistieron al Mundial de 2023 provenían íntegramente del centro) y porque aquí se ha desarrollado una nueva técnica de lanzamiento del plomo que es admirada incluso por los creadores de la disciplina.
¿Por qué pensás que hay tantos buenos deportistas que salen de la zona centro, llegando a ser mayoría dentro del grupo argentino que fue a Italia en el último Mundial?
– Para mí tiene que ver con que acá hay muchos maestros, está Salvador Bustos, Juan Humber, todos tipos que han ido mejorando la técnica del péndulo (el péndulo es la técnica por la cual el plomo no es arrojado desde el suelo sino desde un bamboleo aéreo), y que han ido probando distintos chicotes, más flexibles y más rígidos, nuevos reeles, que dan clínicas y que son muy generosos con sus conocimientos. La primera vez que yo fui a una clase el tirador me dijo que flexione el brazo izquierdo y que el derecho lo deje fijo (incluso había algunos que se ponían un tubo pvc para no encogerlo). Hoy no se hace más eso, Salvador Bustos que fue cinco veces campeón del mundo individual, desarrolló un movimiento por el cual flexionando el brazo derecho obtenés mayor palanca y en consecuencia, más distancia. El longcasting es 90% técnica. Vos podés tener mucha fuerza pero si no sabés cómo usarla no vas a llegar lejos. Salvador es un tipo grandísimo pero con mucha técnica también, se entrenaba muchísimo, tres veces por semana y tenía una libretita donde anotaba cada entrenamiento. Eso poca gente lo sabe. Y cuando se perdía, porque pasa a veces que se te va el tiro o incorporás vicios, releía su libretita.
Lo que pasa también es que acá tenemos mucho viento húmedo porque estamos al lado del mar, lo que hace detener el plomo. En el oeste, zona de tierra, en cambio, camina el plomo. Le ha pasado a compañeros que han ido a competir a zonas mucho más secas y que han alcanzado metros que acá nunca hacían. Por ejemplo, todos los récords mundiales se hicieron en Sudáfrica por sus condiciones, era un lugar a 1200 metros de altura y vos tirabas un plomo al aire con la mano y te caía a 20 metros. En Túnez nos pasó que fuimos a entrenar el sábado anterior a la competencia y hacíamos re buenas marcas con viento sur, buscamos y vimos que para el día siguiente daban viento norte (viento que es bueno para nosotros acá), nos pusimos contentos. Pero resulta que allá es al revés porque el Mediterráneo lo tenés al norte y el Sahara en el sur. Al otro día no podíamos pasar los 250 metros, era una cosa de locos.
Pasa también, agrega Pipi, el encargado de que la pava tenga siempre agua caliente, que el longcasting nace muy vinculado a la pesca de mar, y en esta zona hay más pescadores, de hecho por ejemplo en la zona sur hay muy pocos tiradores, no tenés un tirador de San Martín de los Andes, lo mismo que en la zona oeste que es desde la línea Olavarría-Claromecó para arriba. No tienen mar, así que es más difícil que lleguen al longcasting. Es como todo, el tiro surgió de la caza, del desafío de saber quién tenía más puntería, bueno, así fue con el longcasting.
Lo que sí está empezando a haber es algunos cordobeses, pero en ellos el ingreso al longcasting viene de una disciplina que se llama casting limitado que es algo parecido pero con muchas más restricciones en lo referido a la caña, al tiro, se tira desde el piso, el cono es más chico y se compite a la sumatoria de los tres tiros de cada deportista. En nuestra disciplina es al tiro más lejos, no a la sumatoria. Y se están viniendo atraídos por eso.
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Hace 14 años que Joaquín trabaja como alambrador en una estancia de la zona. “Todo el tiempo hay cosas por hacer. Y los pozos los hacemos a mano, de 1 metro de profundidad los que llevan los postes, y de 1,5 metros los que van a sostener la tranquera”. “Yo tengo que hacer en el gimnasio lo que Joaquín hace todos los días como parte de su trabajo”, confiesa Pipi.
“Lo complicado de este deporte es que, salvo que tengas una línea de cañas que te sponsoree y te dé apoyo, todo lo tenemos que bancar nosotros, en Italia tuvimos que gastar U$S 3500 cada uno. Solo recibimos lo que estuvo al alcance del Municipio y ayuda de los sponsors como cañas para nosotros o para vender. A los italianos la Federación les paga todo y así como lo ves uno de ellos se compró una caña diseñada en Argentina para ver cómo funciona la cosa acá”. Argentina desde que forma parte de la FIPS ha salido campeona por equipos en 2016, 2018, 2021, 2022, 2023 y 2024.
En 2014 fue el primer Mundial de mujeres. “Hoy en día desde las zonas se está impulsando la participación de menores, cadetes y mujeres no cobrando inscripción a las competencias, de hecho en 2023 hubo mujeres participando del Nacional y en el próximo Mundial nuestro país va a presentar, por primera vez, un equipo femenino.”
¿Qué objetivos te planteás por delante?
– Aspiro a un podio individual en un Mundial. Uno siempre tira para el equipo, pero pienso que si hago las cosas bien también lo estoy ayudando. El primer objetivo que tengo no es, como todo el mundo dice, ser Campeón Mundial. Es subirme al podio y decir número tres del mundo Joaquín Quiroga. Con eso ya soy feliz.
Ya me pasó en 2022, en el Nacional de Carhué. Hablamos con mi viejo y le dije: yo quiero ser número tres de Argentina y voy a ser. Y me dice ¿y por qué no número uno? Porque sabés que Juan y Salvador son extraterrestres. Se les puede ganar, obviamente, pero siendo tres peleando el campeonato con ellos no es poca cosa.
Empecé hace cinco años y el año que mejor estuve fue el 2022 cuando entrenaba tres veces por semana y los fines de semana sábado a la tarde y domingo a la mañana. Ese año dejé de lado el trabajo e incluso a mi hija. La Flaca (su ex pareja) al principio me acompañaba, cebaba mates, después se cansó, imaginate que volvía de trabajar, pasaba media hora por casa y me iba al campo a entrenar. Ese año también salí mejor deportista del partido de General Alvarado. Hoy no estoy más en ese nivel que la embocaba adonde quería.
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En las competencias de longcasting el viento es un elemento importantísimo, los deportistas son grandes lectores de los factores climáticos que van a afectar su tiro. El cono de la cancha puede desplazarse en relación a sus variaciones, pero una vez que se comenzó a tirar desde cierta posición, hay que finalizar la serie.
Lo mismo sucede con el terreno. “La cuestión del campo es siempre un tema. El campo tiene que estar despejado, tiene que ser alto y parejo, no puede tener montes cerca, porque si hay montes el viento empieza a entrar por cualquier lado y te desvía el plomo. Está bueno cuando el viento entra limpio”, cuenta Joaquín. Pipi que viene de Tandil agrega que depende en qué campo entrene hay veces que el viento entra y le aplasta el plomo porque continúa el sentido descendente de la sierra.
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A las 18.30 sin necesidad siquiera de poner la llave, en un gesto que parece querer aliviar el frío, alguien abre la puerta de la casa de Joaquín. Sacado de la costa aparece el Fito, vestido todo de negro, una mezcla de agente encubierto y trabajador portuario. Bajo su boina se entrevé una mirada esquiva, pero dulce. Es uno más entre los amigos. “Qué lástima que no me avisaste -le dice a Joaquín- si sabía traía todo lo que está en el local”. Se refiere a todas las medallas y trofeos que están exhibidos en el kiosco El Muelle. “Estuve flojo, no me di cuenta. Todo lo que gané está ahí”, responde Joaquín. Lo único que queda en la casa son tres diplomas del Mundial de Paraguay metidos dentro de un folio A3 arrugado sobre la mesa del living, y una foto en blanco y negro enmarcada que cuelga de un cuadro sobre el sillón.
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-¿Qué querés hacer Pipi vos? – Pregunta Fito.
-Vamos a comer.
-Yo tenía ganas de hacer un guiso con arroz.
-Ya hablé con Nico para comer un asado, le dije a Tatu también. Y vos qué, ¿te vas a quedar acá? – Propone Joaquín que ya había interrumpido varias llamadas porque le estaban haciendo una nota.
-Bueno, calmate – dice Fito.
“Yo hice muchos deportes pero lo que tiene de lindo el longcasting es la camaradería y que dependés de vos mismo, no es como en la pesca que algunos días te volvés con las manos vacías”, concluye Pipi.