JODIE GRINHAM: Y DESPUÉS DE TODO, LA GLORIA
El objetivo está ahí, tan cerca y tan lejos a la vez. Ella lo mira con firmeza, está dispuesta a atravesar aquella diana de manera perfecta, porque así debe ser. El aire en la Explanada de los Inválidos se corta con cuchillo, nadie quiere tan siquiera respirar en ésta final por el bronce disputada, para más inri, por dos grandes amigas. Y entonces ella lo siente y pierde toda la concentración: su bebé de siete meses la patea, le reclama un poco de atención, obviamente sin poder comprender todo lo que ocurre por fuera del útero.
En un momento donde la presión es extrema y con tanto en juego un hecho así puede terminar siendo determinante. Sin embargo, ella ya había pasado muchas veces por esto en el último tiempo. Al principio aquellos movimientos la hacían perder el eje y la hacían fallar. Pero esta vez era diferente. La futura madre le dijo a su segundo hijo por lo bajo “no ahora, mamá te ama, pero haremos las pataditas en un minuto”. En aquel momento fue que volvió a posicionar sus ojos firmemente en la diana, respiró profundo, lanzó su última flecha y consiguió lo que tanto anhelaba.
Jodie Grinham se transformó en una de las grandes sensaciones de los Juegos Paralímpicos de París 2024 debido a que fue la primera mujer que participó de este evento estando embarazada. Y no solo eso: la nacida un 26 de julio de 1993 en Haverford West (Gales) se terminó yendo de la capital gala con dos medallas colgadas de su cuello.
Pero, para llegar a aquel momento glorioso, primero tuvo que atravesar un camino plagado de espinas, mismas que terminaron por formarla como atleta y como mujer. Grinham se enamoró de la arquería debido a que su padre, Symon, era un asiduo practicante del deporte, casi tan antiguo como la humanidad misma. No obstante, en el club donde practicaba intentaron derribar su entusiasmo. Decían que, debido a su discapacidad, no podría sostener el arco y mucho menos tirar.
Jodie nació con branquisindactilia, una anomalía que le hizo tener su brazo izquierdo acortado, el hombro subdesarrollado, además de no poseer dedos (solo medio pulgar) en el mismo brazo. Pese a ello, esto no significó una merma en su ímpetu, sino todo lo contrario, como me manifestó en una entrevista: “Nunca me ha gustado que alguien me diga lo que puedo o no hacer debido a mi discapacidad. Odio la percepción de que si tienes una discapacidad no puedes hacer algo. Siempre encontraré la manera de demostrarles que están equivocados”.
Al principio, su padre la ayudó a modificar el arco, primero atándolo a su mano, pero luego tuvieron que añadir una moldura para aumentar la superficie de agarre, algo importante para el equilibrio. Todo era nuevo para ellos, ya que Grinham era la primera persona en competir con esta discapacidad, algo que hizo que tuvieran que tener una mente más creativa para no romper ninguna regla. “Fue mi padre quien me llevó a las competencias para obtener puntajes para el equipo, él era quien conseguía el dinero para pagar los eventos o el equipo que necesitábamos. Él me alentó mucho y me llevó a mi día de talentos con el tiro con arco. Todo esto es gracias a él y yo no sería el atleta que soy hoy sin él”.
Si bien empezó a los 15 años, su ascenso fue tal que para el 2014 fue convocada por el seleccionado nacional, teniendo que mudarse a Telford para dedicarse de manera completa a la arquería, ya que allí está la academia de élite. Un año después conseguía un séptimo lugar en el campeonato mundial de Alemania, logrando en el proceso una plaza para los Juegos Paralímpicos de Río. En individuales llegó hasta los cuartos de final, donde caería ante la iraní Somayeh Abbaspour, pero sería en la competición por parejas donde conseguiría su primer gran logro. Junto a John Stubbs (oro en Beijing 2008) finalizaron en el quinto lugar de la clasificación, metiéndose en los cuartos de final. Allí vencieron tanto a Italia (150-149) como a Corea del Sur (144-143) para asegurarse una medalla. Ganar el oro parecía una quimera, debido a que el equipo chino, compuesto por Ai Xinliang y Zhou Jiamin, arrasó con sus rivales, algo que repitieron también en la final (151-143).
“Río fue mi primer Juego Paralímpico, así que, naturalmente, siempre tendrá un lugar especial en mi corazón, a pesar de que era muy inexperta. Salir de allí con una medalla de plata, a pesar de que hasta entonces nunca había participado en un encuentro por el oro, fue increíble. Lo más difícil fue presenciar las dificultades del país y de la gente que se veía afectada”, me expresaría.
Tras convertirse en una de las mejores arqueras del globo uno pensaría que las cosas solo podrían ir a mejor, aunque el siguiente ciclo paralímpico se fue complicando con el tiempo. En ese entonces habían planificado junto a Christopher, su pareja, el poder quedar embarazados post Tokio para así no cortar su carrera, aunque la pandemia –como sabemos- postergó todo un año. Empero el proceso fue muy duro, sobre todo para ella. La incompatibilidad de sangre entre ambos hizo que Jodie perdiera tres embarazos, algo que la destrozó. A pesar de este gran dolor, a finales del 2022 tuvieron su tan ansiada recompensa, cuando nació Christian, su primer hijo. Aquel había sido un embarazo bastante complicado, por lo que al cabo de unos meses Grinham dejaría de competir para cuidarse y recibir de la mejor forma posible a su primogénito, pese a que en el fondo extrañaría competir.
A finales del 2023, la pareja volvería a perder otro embarazo, aunque en los primeros meses de ese año se enterarían que, nuevamente, estaba gestando una vida en su interior. Y a diferencia de lo sucedido con Christian, esta vez pudo mantener su vida deportiva. Eso sí, debería aprender a hacerlo de una manera distinta.
“Fue difícil competir estando embarazada, no voy a mentir. Mi cuerpo cambia a diario, mi humor, mi cansancio, mi hambre, todo tiene un gran efecto en el entrenamiento y la competición. Incluso la mañana de mi encuentro por la medalla de bronce (en individuales), mi entrenadora y yo tuvimos que cambiar la estabilización. El tiro con arco es un deporte de precisión, así que quieres estar lo más calmado, constante y así y todo tener que tirar lo más lejos posible. Estoy disparando a 50 metros y apuntando a un anillo con un 10 en el medio del objetivo, que es del tamaño de una galleta. Así que cuando el bebé empezó a dar patadas, me movía nerviosa, perdía la concentración. Afortunadamente, mi entrenadora es increíble y ya me había preparado para esto. Habíamos estado entrenando bajo presión usando diferentes técnicas de movimiento corporal para que pudiera aprender qué sucede y cómo reacciona mi cuerpo ante estas cosas y acostumbrarme rápidamente para poder finalmente volver a centrarme y apuntar a ese medio”.
Un hecho que la ayudó para poder alcanzar la cima en París fue lo que tuvo que atravesar antes de Tokio. Y es que Grinham no pudo viajar a Japón ya que sufrió una lesión muy dura: se rompió el codo derecho, la muñeca, la rodilla y el tobillo, además de tener tres roturas de ligamento de grado 2-3. “Tokio fue una gran curva de aprendizaje. Lamentablemente, no pude ir, lo que fue una bendición y una maldición a la vez. Traté de recuperarme rápidamente de una lesión muy grave. Era competitiva, sí, pero no estaba mentalmente preparada ni recuperada físicamente. Por mucho que no me lesionase luego, en ese momento se me rompió el corazón. Si hubiera ido, me habría arruinado, necesitaba tiempo. Lo que me pasó me hizo trabajar en mi salud mental, mi proceso de descanso y recuperación, mis valores y prioridades como atleta y persona. Definitivamente soy una mejor atleta gracias a eso”.
Nosotros somos por los otros. Nuestra vida está intrínsecamente unida a la de los demás, por lo que nuestras experiencias crecen a la par en que compartimos la misma. Jodie pudo darse cuenta de esto de primera mano, primero gracias a su padre, quién la ayudó a iniciarse en el deporte que la había enamorado de adolescente, como también por Christopher, que fue su sostén en el momento más complejo de su vida. “En realidad, me costó mucho mentalmente recuperarme, porque me sentía estancada, pero también físicamente porque me había roto el lado que no tenía discapacidad, así que me costaba alimentarme, vestirme, etcétera, y debido a los confinamientos, las citas y el fisioterapeuta que necesitaba se cambiaban o cancelaban constantemente. Sin embargo, tuve mucha suerte de que mi pareja me conociera lo suficientemente bien como para darse cuenta. Me ayudaba a hacer algo, un proyecto o a planificar un futuro viaje, etc., para mantenerme ocupada. Me ayudaba con mi fisioterapia o simplemente intentaba que me moviera. Fue realmente increíble”.
Cualquier persona hubiera caído en un pozo del cual hubiera sido muy difícil sacarla. Pero Jodie sacó fuerzas desde lo más profundo para dar un paso al frente y volver a luchar. Así consiguió su plaza para París, donde volvería a competir tanto en la rama individual como en equipo, ésta vez junto al escocés Nathan MacQueen. En Les Invalides lograría colocarse en la cuarta posición de la ronda ranking, lo que le permitió descansar una ronda, comenzando desde los octavos de final. Consiguió avanzar hasta las semifinales, donde le tocaría medirse ante la mejor arquera del momento, la turca Oznur Cure, que había roto el récord mundial en la primera fase con 704 puntos. La galesa lo dio todo y estuvo cerca de dar el zarpazo, pero terminaría cayendo 145-143.
Tan cerca y tan lejos, como le había ocurrido en tierras sudamericanas ocho años atrás. Pero la vida continuaba, aún le quedaba una oportunidad más para hacer historia. Para eso debía competir ante una de sus grandes amigas y, a la postre, vigente campeona paralímpica: Phoebe Patterson Pine. Los lanzamientos fueron y vinieron, los puntos se fueron sumando y al final Jodie llegó a su último tiro teniendo que alcanzar un diez si pretendía llevarse el bronce de manera directa, ya que con un nueve la serie se definiría en un shoot-out.
El bebé no paraba de moverse dentro suyo. Aquello sería algo hermoso si no estuviera ocurriendo justo en un momento tan trascendental. En medio de tanto nerviosismo, ella pudo acordarse de su entrenamiento mental, por lo que empezó a respirar de forma lenta pero profunda, brindándole de paso un poco de paz a aquella personita hiperactiva. Ahora sí, estaba todo dado, aquel era el momento. Había estado a las puertas en Río y se había quedado sin Tokio. Nada de eso importaba ahora ya que solo eran ella, su arco y su última flecha, misma que salió disparada y se clavó en el diez. La mujer del cabello rosa chicle y sonrisa encantadora había logrado no solo superar a Patterson Pine, sino algo mucho más importante: vencerse a sí misma. Se llevó una medalla que terminó enviando un mensaje al mundo, debido a que se había transformado en la primera atleta paralímpica en conseguir una gesta de esta magnitud estando embarazada. “Todo esto no lo hice por nadie más que por mi pareja y por mí, aunque el hecho de que no haya sucedido antes una situación así y que las mujeres ahora puedan ver que es posible y que no tienen que renunciar a sus carreras o incluso a sus pasatiempos me parece asombroso. Incluso si ha inspirado a otra persona, es genial”.
Grinham, que había expresado que lamentaba haberse perdido la ceremonia inaugural por tener que competir al día siguiente, conseguiría otro hecho inolvidable, ya que junto a MacQueen lograrían avanzar a los cuartos de final luego de haber quedado solo por detrás de la pareja india, que más tarde rompería el récord mundial. Luego superaron con amplitud tanto a Australia (150-141) como a Italia (156-149) para plantarse en la final, donde los esperaban los iraníes Fatemeh Hemmati y Hadi Nori, que dieron la sorpresa al eliminar en semis a la India. Pero ésta vez no se le escaparía el oro a los británicos, que ganaron 155-151.
Jodie se retiraba de la capital francesa con dos medallas en las valijas, pero, sobre todo, dejando en claro que ella podía ser madre y atleta de élite al mismo tiempo, derribando mitos y prejuicios en el proceso, sobre todo para con los deportistas paralímpicos. Los malos momentos (tanto deportivos como familiares) ya eran parte del pasado. Ya no hay lesiones, dudas o pérdidas, sino medallas, una entrega total a la arquería y una familia que la espera y la anima siempre a dar el siguiente paso.