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LA PALABRA JUSTA

LA PALABRA JUSTA

En estos días en que no paran de jodernos, destruyen los monumentos de nuestros muertos, nos dejan sin remedios y sin lugares de encuentro, hacemos papelones en los eventos internacionales donde la Argentina se vuelve servil a los intereses de los imperios decadentes, ¡cómo me gustaría escucharlo a Maradona! Seguro tendría esa palabra justa, que después seguiríamos repitiendo en las ocasiones menos oportunas. ¡Te espero en Segurola y Habana! … la pelota no se mancha … me cortaron las piernas…

 Sí, nos cortaron las piernas. Y estamos en silencio.

Y Diego y yo, que nacimos casi en el mismo año, y tuvimos destinos tan diversos, nos acercamos cada vez que él dice la palabra justa. Es ahí que sentimos la ausencia. Y nos faltan Diego y Hebe, y Norita , y cuántas madres más. En el momento en que se dice la frase que enfrenta a los poderosos, la que patea con el ingenio del potrero el infinito desprecio de los que tienen un minuto de fama, una cuenta corriente en expansión y un odio de clase que los ahoga.

Sus tremendos errores también forman parte del vínculo que teníamos. Nosotros, la multitud de humillados y ofendidos que lo lloramos, sabemos que no era perfecto. Era un Dios sí, pero bardero. Pero sabía de nuestras penas, y del sentimiento de injusticia que nos inunda. Esta vez porque la muerte fue tan rápida, y otros cientos de veces por la pobreza, el dolor, la impotencia. Y hoy que no podemos creer lo que estamos viviendo, que no nos alcanza el cuerpo para recibir los golpes, hoy Diego y todos nuestros muertos, nuestros fantasmas, necesitamos otra vez esa palabra milagrera. Aparecete Diego, en el cielo de Nápoles, o en Fiorito, o en la esquina de la casa que le compraste a tu vieja, y decinos esa palabra justa , la que nos devuelva el alma al cuerpo, y nos haga salir a la cancha, petizos pero con el pecho inflado, con ese coraje de barrabrava dispuesto a todo, para cantar el himno, decir que equivocados o no, estamos acá y no le lamemos las botas a nadie.

Sabemos todos muy bien lo dolido que estás con lo que nos pasa. Y que parece que nos quedamos sin discurso, ni reacción, que nos da vergüenza ser pobres, o no tener laburo, o laburar como unos cretinos para no llegar a ningún lado. Con vos, nos dolía pero no nos avergonzaba. Y el mérito era no quedarse callado y plantarse fuerte donde menos lo esperaban. Y hacerles un gol a los ingleses, a los del norte, a los que se creían más fuertes o más vivos, con una pirueta que no se enseña en ninguna universidad. 

No sos Dios para mí, aunque me encanta leerlo y escribirlo. Y tus goles me encantan, quizás más por la cara de los que los disfrutan mil y una vez. Pero más que nada sos mi contemporáneo argento, vivimos los mismos oprobios, dictaduras y democracias temblequeantes, unos años de sol y luego esta medianía miserable. Sos el que se atrevió, en esa vida paralela a la mía, a escupir en la jeta de los soberbios. El que sentado a la mesa de los poderosos, se ocupó de decirles que era de otro mundo, de un barrio privado, si, pero privado de luz y gas. Y que este espacio tan mediocre y burgués no es lo que queremos ni nos importa. Plata sí, pero para quemarla. Fama, está bien un ratito en la tele, pero mejor los tatuajes en los pechos y los brazos de un par de generaciones. ¿Serás olvidado? Sí, como todos, pero ahora sos más que un recuerdo. Cuando sacan una bandera con tu cara en cualquier parte del mundo, están enfrentando a la policía, a las ojos de los cipayos de siempre, a los que se creen que son los dueños de un mundo que se está desvaneciendo. 

Cuando estabas con Fidel, también estábamos todos conversando con él sobre una revolución que llevaría a una tierra de justicia, y cuando desconocías a tus hijos, también sufríamos por ese error fatal. No es que siempre hicieras lo que nos gustaba. Es que siempre te equivocabas en los mismos lugares que nosotros, pero después te levantabas e ibas de nuevo al frente. Porque nadie ama a los perfectos, sino a los que están golpeados en el mismo lugar. Por eso te pedimos ahora, una vez más, esos goles que hacías, pero un gol con la palabra justa. Y ahí nos vendrá como un valor, un coraje para que patiemos todas las pelotas y no tengamos que seguir sometidos y avergonzados de ser un país pobre, lleno de heridas y en el fin del mundo. Cuando te fuiste a Nápoles, te diste cuenta de inmediato donde estaba la pelea. Cuáles eran los dos bandos. Y de qué lado estamos cada vez. Si, con vos y con la Madonina del Arco y todos los negros napolitanos, inmigrantes, pobres de mierda que siempre estamos esperando un milagro. Sos una buena medida, para darnos cuenta de nuestro lugar en el mundo. Por qué nos toca estar siempre parados en el bondi, y ahora colarnos en el subte. Y por qué nos faltan las palabras. ¿Creemos que todavía no es el tiempo?  ¿Que no tenemos fuerza? ¿Que no nos quiere nadie? ¿No sabemos qué decir?  ¡Cómo nos vendría de bien tu insolencia! Cuanto extrañamos, frente a tanta corrección democrática, esa palabra justa. Para que nos de coraje en estos días. Había que salir de Fiorito, o de donde fuera que cada uno haya tenido que salir, para ir al mundo. Y sabemos que tenemos que salir de acá. Y saldremos finalmente, pero que lindo sería que fuera con tu palabra justa.

Texto escrito para la presentación del libro Un Dios salvaje, el 22 de noviembre de 2024, en la Casa de la Provincia de Buenos Aires.

Autores

  • Alejandra González. Ensayista, filósofa y editora. Dra. en Filosofía por la Universidad de El Salvador. Magister en Análisis del Discurso por la Universidad de Buenos Aires. Profesora e investigadora de la UBA, UNDAV y USAL. Coordinadora de la Maestría en Estéticas Contemporáneas Latinoamericanas. Autora de El concepto de realidad (2003), De poetas, niños y criminalidades. A propósito de Jean Genet (2003), Roberto Espósito. Tres ensayos sobre una teoría im-política (2009), Simone Weil y Étienne de La Boétie. Ensayos sobre el deseo de libertad y la voluntad de servidumbre (2011). Compiladora y autora de Meditaciones sobre el dolor (2018, junto a Adrián Cangi), Meditaciones sobre la tierra (2020, junto a Adrián Cangi), Discurso sobre la servidumbre voluntaria neoliberal (2021, junto a Adrián Cangi, en prensa). Autora de numerosos artículos sobre teoría política y del lenguaje. Editora de Ediciones del Signo.

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  • Fotógrafo, nacido Villa Martelli, calle por medio de la villa cercana a Laprida y avenida de los Constituyentes. Su madre fue textil y su padre metalúrgico . Ambos militantes sindicales y políticos. También él es un militante histórico del campo nacional y popular. Es autor de la muestra fotográfica SOLO EL PUEBLO, donde retrata los murales de Diego y cuenta como nadie las historias atrás de cada uno de ellos.

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