
EL CENTRO DEL MITO
Creo que es la primera vez que te escribo, que raro, juraría que hablo con vos todo el tiempo. Siento que estas siempre a mi lado, que amas conmigo, sufrís conmigo, cada vez que amo, cada vez que sufro. Vivís conmigo, a mi lado, a veces me haces reir, sos mi compinche. Hace un tiempo, quise hacerte un homenaje, tuve un rayo fulgurante de claridad y quería celebrarte. Le dije a mi mujer, – Amor, renovemos los votos por los diez años de matrimonio… en la iglesia maradoniana. Mi mujer, que es una buena mujer, por supuesto aceptó, pero no sé por qué, al final nunca lo hicimos. Hoy pienso en eso, en la necesidad de convocarte, en tiempos de penuria, si vos vieras Diego, lo que te necesito. Porque cada vez que te invocamos, te traemos a nosotros, es en ese momento en que somos quienes realmente somos, cuando se expresa de lleno nuestra comunidad, lo que tenemos en común, lo que hace común a lo común. Como dice Lalo, somos nosotros al final. Y Sos vos el que nos lleva ahí, al centro del mito como al pecado original. Porque al evocarte, sacamos a la luz lo mejor de nosotros, pero también nuestras heridas, como decía Don Pedro Argentino.
Oh pueblo mi pueblo, mi sangre mi vida
¡Que inmenso escenario para tu herida!
Seguidlo a ese Hombre que ya os acompaña
Y el llanto de vuestras tristezas restaña.
Hace faltan alegrías, como te decía diego, hacen tiempos feos, con todo lo que vos odiarías, los cagones, los garcas, esos gobiernan. Ni siquiera son garcas de acá, son garcas importados, ¡que hablan libertad y nos cagan de hambre Diego! No, esto, vos no lo permitirías, ¡Ay, el disgusto que te ahorramos querido Diego! ¡Oh Diego! ¡Salve Diego! Nos dejaste a pata, sin brújula, un pueblo sin destino, con vanas esperanzas, sin organización, sin estilo.
Estas palabras eran quizás para preguntarte por nosotros, lo que vendrá, pensé que quizás nos podés mandar una señal, indicarnos un camino. Y pensar que hace tan poco fuimos campeones del mundo, también eso te perdiste y claro, sin vos no fue lo mismo. Y me doy cuenta que en escribirte esta la respuesta, esto que estoy haciendo ahora, invocarte, pedirte por nosotros. Escribiéndote te encuentro, y en eso me encuentro, nos encuentro. Esa patria que tanto anhelo, que has sabido celebrar, mostrarnos lo grande que somos, lo eterno. ¡Quiero volver a ser eterno, Diego!
Recuerdo cuando hace poco te vi en un boliche, y no sé qué pensé de inmediato, pero supe que debía pararme, ir a verte de cerca, decirte algo al oído, algo que por supuesto no recuerdo. Pero sé que era alguna forma de agradecimiento, pero también un secreto, por eso no lo puedo contar acá, al aire. Lo que si me acuerdo era que me hiciste sonreír, me hiciste pensar en algo bello, algo mío, algo nuestro. Tenias puesta la camiseta de Boca, una rara, pero que necesariamente evocaba tus tiempos mozos, ¡Ay que bello eras Diego! Por un momento, me olvidé de todo, del amigo con el cual estaba, la muchachada del boliche, la música, y hasta diría que de mí, me olvide un momento de mí. Pensé en vos, pensé en nosotros.
¡Feliz cumple pelusa!
Te quiero tanto,
Negro