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CUANDO EL LEO VOLABA

CUANDO EL LEO VOLABA

Abajo del agua parecían todos iguales. Pero nosotros sabíamos que el Leo era distinto porque llegaba en la silla de ruedas con su mamá.

Pobre Leo. Tenía un montón de cicatrices en las piernas porque nació con una enfermedad que no se le fue ni con vacunas ni con nada. Lo tuvieron que operar de chiquito. Y le quedaron así.

A mí no me gustaba mirarle las piernas, me daba impresión. Pero en la pileta caminaba lo más pancho. Y nadaba más rápido que cualquiera, porque había aprendido a nadar antes que a caminar.

El Leo era hijo único y andaba siempre con la cara triste. Pero en la pileta se transformaba. Se le veían los dientes que no se le veían nunca. Parecía que podía caminar, nadar y volar todo junto, como un avión con submarino.

Una vez, el profe lo invitó a jugar al waterpolo. Y le dijimos que tenía que ir a probar. Y se animó. Fue una suerte, porque en la escuela no se animaba a nada, y los profes ya no sabían cómo enseñarle.

Ese día lo fuimos a alentar para que metiera todos los goles. Y eso fue lo que hizo: la primera vez, la segunda, la tercera y todas las veces que fue a jugar. Nunca lo habíamos visto tan contento.

Cuando llegaron a la final, lo iban a operar para hacerle no sé qué cosa con los aductores, que son unos músculos que están adentro de las piernas. Para que pudiera sentarse mejor en la silla. Y moverlas más.  El profe habló con la mamá para que se operara después del partido.

Jugaron y salieron campeones. Y el Leo festejaba como si le hubieran puesto unas piernas nuevas. Todos estábamos felices.

Después lo operaron. Y el médico les dijo que todo había salido bien. Pero al Leo le dolían las cicatrices. Y no se podía parar como antes. Estaba débil. Y tampoco podía nadar. Parecía que había perdido la fuerza. Como si las piernas se le hubieran desenchufado del resto del cuerpo. Andaba con la cabeza para abajo. Y cuando llegaba a la pileta, no se quería tirar.

El profe empezó a ponerlo en el banco de suplentes. Hasta que no lo puso más.

Y el Leo empezó a estar triste otra vez desde que lo operaron.

Yo le pregunto si todavía quiere volar. Y sé que me escucha. Pero no me contesta nada. Aunque le insista.

Imagen creada con Inteligencia Artificial.

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