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QUISIERA VER AL DIEGO PARA SIEMPRE

QUISIERA VER AL DIEGO PARA SIEMPRE

         Doce del mediodía en México. El día, domingo 22 de junio. Ya no hace falta mencionar el año, pero seamos rigurosos: 1986. La fecha habla por sí sola, se significa encima. Toda persona que esté leyendo estas páginas tiene algo para decir cuando repasa esas palabras, esos números. Ese día hubo un quiebre en Maradona —el clímax en su arco narrativo— y hubo un antes y un después en el relato de la Argentina: nacía un mito.

Los periodistas internacionales, en su mayoría mexicanos, esperaron a que Maradona saliera del vestuario para hablar con la prensa: lo iban a interceptar en el túnel, a metros del campo de juego del Estadio Azteca. Diego no lo sabía: acababa de cambiar la historia de un país. Quizás nadie lo sabía entonces. Desde hacía algunos días, los informes y las preguntas apuntaban en una misma dirección, una palabra que también, para los argentinos, se significa encima. Malvinas. Pero minutos antes de esa conferencia, Diego había desafiado no una, sino dos veces, las leyes de la física (o, más bien, de la ética, primero, y de la estética, apenas cuatro minutos después). El monotema Malvinas, entonces, pasó a ser un enfoque más.

Si bien no hay registros visuales ni auditivos, esa tarde alguien bautizó el gol de Maradona. Ante la pregunta por el primero de los goles, los diarios mexicanos le adjudicaron a Diego una frase: “Te lo juro por lo que más quieras: salté junto a Shilton pero le di con la cabeza. Lo que pasa es que se vio el puño del arquero y por eso la confusión. Pero fue con la cabeza, no tengan ninguna duda. Si hasta me quedó un chichón en la frente. Lo hice con la cabeza de Maradona pero con la mano de Dios”. El único diario argentino que reprodujo esa frase —la mano de Dios— fue Crónica, aunque no la retrataron como parte de la conferencia, sino que la habrían escuchado dentro del vestuario. Pero la idea de la mano de Dios se hizo famosa, paradójicamente, por la reproducción que hicieron los diarios mexicanos.

¿Quién lo había dicho realmente? ¿Y en qué momento? En el libro El partido (2016), Andrés Burgo cuenta que en 2014 habló con Juan Presta, de Tiempo Argentino, para aclarar los tantos. “Diego nunca dijo la mano de Dios”, le contó el periodista, que entonces cubría el Mundial y había estado en la conferencia. Presta contó que Néstor Ferrero, un editor argentino de la Agenzia Nazionale Stampa Associata (ANSA, una agencia de noticias italiana), ante las evasivas y contradicciones de Diego acerca del gol, le dijo, ya casi resignado: “Entonces habrá sido la mano de Dios”. A lo que Maradona contestó: “Habrá sido”. Diego, en este caso, no pudo nunca darnos certezas. Dijo y se desdijo una y otra vez con el correr de los días y de los años (que el gol fue legítimo, que fue con la mano, que fue con su cabeza y, finalmente, el relato que más le gustaba, el que se impuso: que fue con la mano de Dios). Néstor Ferrero no lo recuerda con exactitud, pero, ante la consulta de Burgo, confía en la versión de Presta. Habrá sido.

Esa fue la primera vez que alguien vinculó a Diego con lo divino en el plano de lo real. En la ficción, sin embargo, es Alfredo quien pronuncia la frase, un hombre de unos setenta y cinco años que vive en Nápoles. Segundos después del gol de Maradona dice: “¡Con la mano! ¡Un Dios! Anotó con la mano (…) Es un acto político, es la revolución”. Alfredo es un personaje interpretado por el actor Renato Carpentieri en Fue la mano de Dios (2021), una película hermosa del director de cine italiano Paolo Sorrentino. Maradona no había desafiado las leyes de la física, sino que había concedido un milagro, el primero.

La canción más famosa del cuarteto cordobés, la que “El Potro” Rodrigo Bueno no llegó a grabar en una versión de estudio, fue creada por el compositor Alejandro Romero en los 2000. Rodrigo y Alejandro pertenecían a palos musicales diferentes, pero en ese entonces “El Potro” estaba saliendo con su hermana, por lo cual era usual que compartieran tiempo y espacio. Desafiado por Rodrigo, el compositor se vio envuelto en escribir la letra de un cuarteto. La leyenda dice que, agobiado, Alejandro se encomendó a Dios para que lo ayudara a reafirmarse en su labor o, de lo contrario, se vería obligado a abandonar su profesión. La leyenda cuenta, también, que la letra de “La mano de Dios (homenaje a Diego Maradona)” brotó en un sin sentido, como una pulsión imparable que emerge desde lo más profundo: “En una villa nació, fue el deseo de Dios, crecer y sobrevivir a la humilde expresión, enfrentar la adversidad con afán de ganarse a cada paso la vida”. De un tirón. Hasta que una voz interna le dictó el verso siguiente: “En un potrero forjó una zurda inmortal”. Y fue recién ahí cuando advirtió que estaba escribiendo sobre Maradona.

Llevó alegría en el pueblo.

Regó de gloria este suelo.

Desde agosto de 2020, cuando la Asociación del Fútbol Argentino aprobó la propuesta de Futbolistas Argentinos Agremiados, cada 22 de junio se celebra en nuestro país el Día del Futbolista Argentino, en conmemoración de los dos goles de Diego contra Inglaterra, los dos mejores de la historia de los mundiales. La fecha se instauró después de la muerte de Maradona, y reemplazó el homenaje al “gol imposible” de Ernesto Grillo, aquel 14 de mayo de 1953 cuando Argentina se impuso por 3 a 1 a los ingleses en el Monumental.

¡Qué maravilla!

Me fascina la Argentina

Con la parrilla

Yo me puedo copar…

En esta zona lo tenemo’

A Maradona

Y mina mona

Para ir a bailar.

El tema de Virus, con los versos del artista y sociólogo Roberto Jacoby —el hombre detrás de las letras de la banda—, “Me fascina la parrilla” fue la primera canción en nombrar a Maradona. Corría el año 1981, la banda de rock argentina sacaba su segundo álbum de estudio (Recrudece), Diego apenas había llegado a Boca y nadie imaginaba la carga emotiva, simbólica e iconográfica que tendría en nuestra identidad nacional.

Si con el primer gol Maradona transgredió el reglamento —quitando la trampa, negando la infracción, decretando un acto divino—, con el segundo redefinió los límites de lo imaginable, habilitando la creación de un nuevo adjetivo —maradoniano— para nombrar jugadas o goles capaces de aproximarse a estas maniobras, incluso para apodar actitudes y acciones propias del astro.

“¡Barrilete cósmico! ¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés?”, relató Víctor Hugo Morales aquel 22 de junio. No exageraba: Maradona había convertido un gol de otro planeta en un partido que los argentinos querían especialmente ganar. Ese inolvidable relato también fue inmortalizado en el comienzo de “Maradona” (2014), la canción de hard rock, homenaje de la banda noruega What Came From the Sea. “Te amamos tanto que te hicimos esta canción”, le escribió el cantante del grupo, Torgeir Enerstvedt, a Maradona por Facebook. Lo había descubierto en el 86, cuando vio el gol a los ingleses. En una entrevista, presumió que tuvo respuesta de Diego, que como la canción le gustó, le pidió la letra y la compartió en sus redes en inglés, español e italiano. “Ahora, puedo decir que no sólo vi a Maradona jugando, sino que él también nos vio a nosotros tocar”.

A fines de 2015 la banda aterrizó desde la otra parte del mundo y llegaron a dar shows en Morón, Ramos Mejía, Mendoza, Mar del Plata y Palermo. “Tenía apenas ocho años cuando Diego fue campeón del mundo, y desde ese día decidí jugar al fútbol, como tantos niños. Todo el mundo quiere ser Maradona. En Noruega la gente lo ama. Diego es el más grande, el rock, el Led Zeppelin del fútbol. Messi quizás juegue mejor, pero en ese sentido sería Rod Stewart: aburrido”. Para los nórdicos, Maradona es el rock star del fútbol mundial.

Do you remember 86? / ¿Te acordás del 86?

A little man, he gave you kicks / Un hombrecito, les dió patadas

No one could never play like him / Nadie pudo nunca jugar como él

He was the man it was destined to win / Él era el hombre destinado a ganar

You got to believe / Tenés que creer

You got to believe / Tenés que creer

Now “amigo” / Ya, amigo

You got to believe / Tenés que creer

He is Maradona / Él es Maradona

Touched by the hand of God / Tocado por la mano de Dios

He is the football’ messiah / Es el mesías del fútbol

He is Maradona / Él es Maradona.

“La mano de Dios” podría ser el slogan de la Argentina; también el de Nápoles. Se volvió canción, bandera, cuadro, foto (la que todos recordamos la hizo el fotoperiodista Eduardo Longoni), remera, mural. Las imágenes —fotos, altares y sobre todo murales— tienen un rol fundamental en la construcción de Diego como santo popular (tema al que Gabriela Saidon, que también firma páginas de esta compilación, le dedicó un libro entero).

En 2014, mientras Diego hacía el programa “De zurda” desde Brasil junto a Víctor Hugo Morales, para el canal venezolano Telesur, en el barrio de Barracas inauguraban una obra magnífica en el techo de un club de barrio. La obra era (es, todavía puede verse en Alvarado 2785) una recreación de “La creación de Adán”. El autor, Santiago Barbeito, la diseñó e imprimió 500 metros cuadrados de lona que se dispusieron en el techo de la cancha principal de Sportivo Pereyra de Barracas, un club que no cobra cuota social a los más de cien pibes que allí entrenan y compiten. La llamaron “La creación del fútbol”.

La obra, bastante fiel a la original, condensa casi a la perfección la idea de Diego como un Dios. No se anda con metáforas Barbeito. La mano de Dios en el centro del cuadro (aunque bien podría haber sido su pie izquierdo). Maradona reemplaza a Dios de una manera casi imperceptible si no fuera por el color del pelo y la camiseta de la Selección Argentina. Lo rodean sus querubines, los ángeles que, en esta reversión, son jugadores de fútbol: Román, el Bati, el Matador, el Kun, Cani, el Bocha y el Burrito. A diferencia del Dios de Miguel Ángel, Diego sonríe, goza. No necesita leer la Biblia ni el Génesis 1.27 porque conoce el contenido, lo protagoniza: sabe que es Dios, que creó al hombre a su imagen y semejanza, y que ese hombre —en posición idéntica a la de Adán en la Capilla Sixtina— es, como reza el nombre de la obra, el fútbol: Lionel Andrés Messi. El fútbol después del fútbol.

El street art, y particularmente los murales, son manifestaciones fundamentales en los espacios barriales. No hay, posiblemente, ningún barrio de este país que esté exento de pintadas. Y, un poco más allá, no hay ciudad en la que no haya un rincón que tenga la cara, el nombre, el cuerpo o alguna referencia a Maradona. Tampoco llama la atención su sobrerrepresentación en el arte callejero nacional, que se multiplica cada vez más. No hay expresión de amor más pura hacia alguien que la que surge del arte. Principalmente porque el arte —los murales, las canciones— son lo más cercano a una manifestación de amor duradera en el tiempo. Una manifestación que es eterna, si se quiere, como lo es Diego. Para Gabriela Saidon (2021), los murales son los nuevos altares del santo. Área restringida para ídolos populares.

“Santa Maradona”, del grupo francés Mano Negra, es una de las primeras canciones dedicadas a Diego, data de 1994. Para entonces, algunos retrataban lo complejo de ser Maradona. Años después, el artista franco-español líder de la banda le escribiría otro de los himnos, de los más icónicos —“La vida tómbola”—, para la banda sonora del documental Maradona by Kusturica de 2007 y también incluida en el cuarto álbum de Manu Chao como solista, La radiolina.

Si yo fuera Maradona

saldría en Mondovision

para gritarle a la FIFA

que ellos son el gran ladrón.

La canción “¿Qué es Dios?” de Las Pastillas del Abuelo retoma la idea de Maradona como deidad, imagina articulaciones entre el más acá y el más allá mediante la conjugación de elementos vinculados a lo divino y lo terrenal, mientras fantasea con una serie de conversaciones entre Dios, Jesús y el Diez. El tema aparece en medio de otras tantas del tercer disco de la banda (Crisis, de 2008) que también llevan títulos interrogativos: “¿De dónde vengo?”, “¿Hacia dónde voy?”, “¿Qué es Dios?”, “¿Qué carajo es el amor?”, “¿Qué pretendo no saber?”, “¿Quiero tener razón o ser feliz?” Puede ser que muchas de ellas aún no tengan respuesta, pero sí la que se pregunta por Dios. Porque existe un consenso, hemos construido una creencia colectiva, una convicción compartida: Maradona es Dios. O al menos uno de ellos. “La caricia de Jesús hizo posible el milagro”, explica la letra. ¿El fútbol después del fútbol es una religión?

En una entrevista para la televisión, el cantante de Las Pastillas, Piti Fernández, contó lo extraordinario que fue encontrarse personalmente con Diego: “Como cuando pasa la bestia, se apagan los celulares a dos o tres cuadras a la redonda. Un poco es así, cuando pasa el Diego se apagan un poco todos los sentidos, queda la vista nomás, siempre apuntando a él, no podés dejar de mirarlo o de elucubrar alguna tesis: qué difícil, qué fuerte, qué raro, qué poco, qué mucho. Siempre hay tensión”. En un homenaje en el Palacio Ducó en 2016, obnubilado por abrazar al diez, Piti no escuchó lo que el ídolo le dijo al oído porque se fundió en el abrazo con Diego y se dejó llevar. Se lo recordó, tiempo después, otro de los integrantes de la banda: “Dos potencias se saludan”

En definitiva, ¿dónde colocamos los símbolos patrios? ¿Cómo pensar la identidad nacional? Hoy, si Piti tiene que elegir una palabra para definirlo al Diego, la única, la definitiva, sostiene, es: Argentina.

Convirtió la red en tierra,

del balón hizo palomas

que aterrizaban su paz en la Isla Soledad

borrando una absurda guerra.

Muchas gracias, señor Dios,

muchas gracias, señor diez.

Más de 50 canciones dedicadas a Diego. Cuarteto, cumbia, rock, rap, reggae, ska, hip-hop. Artistas de América Latina, de Estados Unidos, de Europa, del mundo entero. Todos quieren —queremos— ver al Diego para siempre. Maradona inmortalizado en el arte popular, en el icónico legado musical, en los murales, en los altares y santuarios, desde Villa Fiorito y La Boca hasta La Habana y Nápoles. Porque, como rezan las páginas finales del libro Rey de Fiorito (2021), hay dos palabras que nunca debieron juntarse, que son incompatibles: “murió” y “Maradona”. Esa sobrevida estará, también, —y si Dios quiere— en estas páginas.

Referencias bibliográficas

Burgo, Andrés (2016). El partido (del siglo). Buenos Aires: Tusquets.

Fernández Moores, Ezequiel; Wall, Alejandro y Burgo, Andrés (2021). El rey de Fiorito: Crónicas políticas y sociales de la vida de Diego Maradona. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Ediciones Carrascosa.

Greco, Pedro (2024). Santo Diego. La construcción en vida de un santo popular y su respaldo a través de fotos, murales, altares y santuarios producidos antes y después de su muerte. Tesina de grado en Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.

Saidon, Gabriela (2021). Superdios. La construcción de Maradona como santo laico. Buenos Aires: Capital Intelectual.

Texto publicado en el libro Diegologías, miradas sobre el universo maradoniano.

Autores

  • Antropóloga social. Licenciada y Profesora en Ciencias Antropológicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Magíster en Antropología Social por el Instituto de Desarrollo Económico y Social y la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales de la Universidad de San Martín, y Doctora en Ciencias Sociales por la UBA.

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  • Nació en Lanús el 3 de julio de 1996. Vive en Remedios de Escalada desde entonces y planea hacerlo muchos años más. Es hincha de Boca por amor y por mandato paterno, periodista y editor en Revista Anfibia (UNSAM) por vocación, maradoniano por una cuestión de fe y licenciado en Comunicación Social (UBA) por convicción. En su tesina de grado trabajó sobre el rol de las imágenes en la construcción de Diego Armando Maradona como santo popular.

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  • Un poco diseñador gráfico un poco ilustrador. Criado en el mundo de los cómics.

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