Ensayos
LUCIANO DE CECCO, EL ABANDERADO DE LOS CLUBES DE BARRIO

LUCIANO DE CECCO, EL ABANDERADO DE LOS CLUBES DE BARRIO

Termina el entrenamiento de básquet en el estadio de Gimnasia y Esgrima de Ciudadela (Santa Fe) y Luciano De Cecco encara para la lona que divide un sector de otro. La corre y pasa para el otro lado. Se acomoda y vuelve a ser parte de un entrenamiento, ahora de vóley. Pasa las horas en el club practicando deportes hasta que lo pasan a buscar para irse a la casa. Hijo de Ricardo, ex jugador y actual entrenador de básquet, y de Graciela, ex jugadora de vóley. La vida de club deportivo como un segundo hogar la palpó de chico.

Fue a la guardería de Gimnasia y Esgrima y al jardín deportivo del club, uno de los pocos que hay en la región. Los veranos los pasaba en la colonia de vacaciones y después en una colonia que implementaron en el año para cubrir el horario post escuela, de 14 a 17. Como Luciano iba al colegio a la mañana algunos deportes no los podía practicar. De las opciones que le quedaban a la tarde hacía todo lo que podía, siempre con el básquet como prioridad.

El primer entrenador de vóley de Luciano fue Ariel Pons, en una columna publicada en la web The Cecco 15 cuenta cómo fueron los inicios en ese deporte: “El club, que tiene un perfil integral y polideportivo, contaba con su escuelita deportiva con múltiples opciones. Pero hasta ahí, el vóley era sólo femenino y el básquet, masculino. En aquel momento hablé con Alcides Landi, una persona muy importante para el club y para el jardín de Gimnasia, y decidimos abrir la opción de vóley masculino. Luciano fue uno de los pibes que jugaban al básquet que también quiso probar con el vóley.”

Por esta razón, el club dispuso que los días de entrenamientos y partidos de esos deportes no se pisen. Así Luciano lunes, miércoles, viernes y sábado se dedicaba al básquet; y martes, jueves y domingos al vóley. En 2002 salió campeón provincial en los dos.

Durante muchos años realizó ambas actividades, hasta que tuvo que elegir una opción y eligió el básquet. Jugaba de base y era bueno. Fue reclutado como juvenil por Ben Hur de Rafaela. Experiencia que duró menos de un año. No le iba bien en la escuela y eso le repercutió en su vida deportiva. Tenía 15 años cuando vio que su Santa Fe estaba sufriendo fuerte con las inundaciones y fue el empujón para volverse. El club Gimnasia y Esgrima, como tantos otros, usaba las instalaciones para alojar a gente que había perdido todo.

Luciano quiso volver a jugar al básquet en su club. Pero Ben Hur no le daba el pase y pedían plata a cambio. Se quedó un mes en su casa, hasta que le empezaron a picar las manos y como no podía jugar al básquet, se volvió a poner la camiseta de Gimnasia en vóley.

En una nota en Básquet Plus le preguntaron qué sacó del básquet para ser armador en vóley. Luciano respondió que trasladó a otro deporte “la forma de moverse, el pivoteo, los dos pasos para la bandeja, un montón de movimientos, los movimientos laterales que se usan en la defensa, la posición de defensa del básquet que se usa para el vóley. Todo traté de acoplarlo”.

Lo que viene después es más conocido, lo llamaron del Proyecto de talentos de Bolívar, el salto al vóley italiano, Selección Argentina, hasta que llegó el momento cumbre de ganar la medalla de bronce de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (se jugaron en 2021 por la pandemia), integrando el equipo ideal del torneo.

Volvió a Santa Fe y el mismo día que llegó, pasó por lo de sus padres y después se fue a Gimnasia y Esgrima a ver un partido de vóley femenino por el torneo local. Al otro día hizo una conferencia de prensa en el mismo club de toda su vida. Le pusieron al microestadio su nombre: “Luciano de Cecco”. Se puso a paletear en las canchas de tenis criollo, pasó por los entrenamientos de las categorías formativas de vóley y básquet. Su entrenador de básquet en Gimnasia y Esgrima, Daniel Dorfman, junto al equipo masculino de la máxima división, le entregaron la musculosa que no pudo llegar a usar oficialmente.

“Lo veíamos y no podíamos creerlo. Estaba disfrutando del club, su club, como si fuese un nene. Fue una experiencia increíble, sobre todo porque Luciano, más allá de su medalla, es la representación perfecta de la formación integral de un club polideportivo llevada al máximo nivel internacional. En él hay un espejo y un mensaje muy grande para mucha gente”, contó Dorfman, en The Cecco 15.

El periodista Gabriel Rosenbaun, que manejaba esa página web, nos aporta una visión más federal al concepto de los clubes: “En Buenos Aires y el conurbano por ahí están más atados al club de barrio. En ciudades como Santa Fe, son clubes que representan a toda una comunidad. Es barrio y es comunidad. Es todo junto. El deporte de una comunidad que genera una asociación entre seres humanos”.

Después de los Juegos de Tokio, Luciano abrió el Instagram y tenía mensajes de clubes de barrio de todo el país; Santa Fe, San Luis, Misiones. Los leyó emocionado. Le contaban que pasaron de tener 25 pibes haciendo vóley, a 140 después del bronce olímpico.

De Cecco se dio un pequeño lujo en 2023, vino a Ferro a jugar el Metropolitano, para que esos deportistas iniciales vean de cerca su espejo a seguir. En la nota en Básquet Plus valoró ese paso más allá de lo deportivo: “Ferro me abrió las puertas de algo mucho más grande de ser un jugador de vóley, sino de vivir de vuelta la vida del club a los 35 años, compartir, ver chicos que juegan el fútbol, que juegan al básquet, al hockey, las madres y los padres que esperan a los chicos que jueguen y que hagan deporte para volverse a su casa”.

En el estadio Héctor Etchart de Ferro había explotado su pasión por el básquet a los 4 años, cuando su papá jugó en el club de Caballito. Volvió ya de grande a cumplir un sueño. Ricardo De Cecco hoy es entrenador de Salta Básquet y lleva adelante el programa Salta Juega de la Secretaría de Deportes. Pasea la pelotita naranja por todos los barrios de esa provincia. Luciano viajó a Salta a regalarles anécdotas, fotos y abrazos a las jugadoras de vóley de las categorías sub 10, 12, 14 y 16 del Club Olimpo del barrio Lamadrid.

Cerró el 2021 agradeciendo por twitter al club Rivadavia Juniors, donde empezó su camino en el básquet jugando en la escuelita, antes de pasar a Gimnasia. Les puso: “felicitaciones por la mentalidad como club de barrio, sentido de pertenencia, otro ejemplo santafesino”.

Parecía que se iba de la Selección pero siguió. Sin saber que iba a ser el primer jugador de vóley argentino abanderado olímpico. Una vez que lo anunciaron, en una nota en TyC Sports, se quejó por la “debacle importante” del CENARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo). «Es el corazón para todos los deportistas que entrenamos ahí. Bancamos las buenas y las malas, pero hoy son más malas que buenas. Es nuestro espacio, nuestro lugar y es el único que tenemos. No hay ni agua caliente», marcó en el programa Rumbo a París.

El viernes hizo flamear la bandera celeste y blanca en la inauguración de los Juegos Olímpicos París 2024, junto a la capitana de Las Leonas Rocío Sánchez Moccia, atrás suyo iba la delegación argentina. Más atrás todos los clubes nombrados en esta nota y un modelo de asociación civil sin fines de lucro que nos saca de la calle y nos pone a hacer deportes en comunidad. Todo eso representa Luciano de Cecco. El abanderado de los clubes de barrio.

Autores

  • Editor en la página Lástima a Nadie Maestro, donde también escribe notas y hace podcasts. Uno de los autores del libro Crónicas Maradonianas. Integrante de las transmisiones del Fútbol de Banfield en AM 1550. Trabajó en la sección Deportes de El Destape.

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  • Un poco diseñador gráfico un poco ilustrador. Criado en el mundo de los cómics.

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