DE LA PATERNAL A MENDOZA
Argentinos Juniors cumplirá 120 años de vida el 15 de agosto de este 2024. Entre tanta historia de la institución reconocida como “El semillero del mundo”, hay una que le da escalofríos, aún hoy, a sus hinchas y asociados. Se cumplen 30 años de lo que pudo ser, y felizmente no fue, el desarraigo definitivo del lugar que es sinónimo de los Bichitos Colorados y Diego Maradona: el barrio La Paternal.
El actual presidente Cristian Malaspina recordó el episodio en su cuenta de Twitter escribiendo: “Una privatización que nos mandó a jugar de local a Mendoza; gracias a D10S; Pelusa no vino y se fue a Newell’s; porque si ese proyecto salía bien y les era rentable no volvíamos más a La Paternal”.
Con la asunción del nuevo gobierno de LLA, con Javier Milei a la cabeza, los deseos de Mauricio Macri de abrir la puerta a las sociedades anónimas en los clubes volvieron a instalarse en el fútbol argentino.
Y si hay una historia para contar sobre cómo no funcionó es, justamente, la vivida por Argentinos Juniors. Con la venta de Pelusa Maradona a Barcelona de España en 1982, previo préstamo a Boca en 1981, Argentinos Juniors pasó de ser un club humilde a uno rico. Las arcas se llenaron de dólares y la institución vivió su época dorada con la conquista de 4 títulos, 2 nacionales y 2 internacionales. Pero las malas administraciones, como ha sucedido siempre en todo club, fueron apagando el sol que venían disfrutando los hinchas y socios. Argentinos Juniors pasó de la conquista de la Copa Libertadores de América y la inolvidable final del mundo en Japón frente a Juventus en 1985 a empezar a mirar de reojo el promedio del descenso en un puñado de años.
Tampoco es casualidad que esta mala época haya sucedido durante los inicios de los ’90, gobierno de Carlos Menem. Devastado económicamente y sin rumbo futbolístico, la empresa Torneos y Competencias, perteneciente a Carlos Ávila, golpeó las puertas del club ofreciendo una posibilidad inmediata. Hacerse cargo del equipo de Primera División, para el cual contrataría figuras de primer nivel, pero con una condición: cambiar la localía y llevarlo a jugar a Mendoza.
Recordemos que Argentinos Juniors llevaba 10 años jugando fuera de La Paternal. La decisión la tomó en 1983 el entrenador Ángel Labruna quien manifestó que llegaba al club para salir campeón y que la dimensión del terreno de juego era pequeño y perjudicial para su juego. Así, el bicho de La Paternal dejó de jugar en su estadio y pasó a utilizar, principalmente, la cancha de Ferro donde al año siguiente dio su primera vuelta olímpica.
La oferta seductora de la empresa Torneos y Competencias le cayó al presidente de aquel entonces, Luis Veiga, quien vio con buenos ojos la posibilidad de conformar un equipo competitivo que aleje del fantasma del descenso al club que había regresado a Primera en 1956 y llevaba 37 años ininterrumpidos en la máxima categoría.
La pésima administración del club tenía un antecedente inmediato. En 1989, por un error administrativo, la renovación del contrato le llegó al plantel un día tarde y, automáticamente, quedaron todos en libertad de acción. La mayoría renovó con el club, excepto dos jugadores surgidos de las juveniles. Ellos fueron Fernando Redondo y Silvio Rudman, que continuaron sus carreras con destinos distintos. Argentinos Juniors no vio un peso por ambos y perdió la chance inmejorable de vender a su joya más preciada de aquel entonces: Redondo.
Osvaldo Chiche Sosa era el entrenador del equipo en 1993 y recibió las incorporaciones de Faryd Mondragón (Colombia), Andrés Duarte (Paraguay), Roberto Acuña (Paraguay), Jaime Pizarro (Chile), Gabriel Cedrés (Uruguay), Favier Soca (Uruguay) y otros argentinos como Norberto Ortega Sánchez, Walter Silvani y Carlos Bustos. Solo el chileno Pizarro era reconocido internacionalmente en ese momento, el resto no eran las figuras que la empresa había prometido. Además, Maradona firmó para Newell’s, justamente el primer rival de Argentinos Juniors en la provincia cuyana.
El debut ante el equipo rosarino, sin Diego, fue el sábado 25 de septiembre del ’93. El 0-0- final fue un anuncio de lo que se vería en el estadio Malvinas Argentinas. La campaña de los Bichos Colorados fue muy mala, sobre todo en la provincia donde solamente ganó 2 partidos sobre 18 (Dep. Español 6-0 y Banfield 2-1), empató 14 y perdió 4. Incluso no ganó en los 9 encuentros del torneo Clausura ’94.
El experimento Mendoza duró solo un año y el fracaso fue rotundo por varias razones. El público mendocino nunca adoptó al equipo porteño, los resultados futbolísticos fueron malos, la empresa utilizó al club para beneficio propio ya que colocó a Cedrés en River y a Mondragón y Acuña en Independiente, pero las arcas del club no vieron ni un peso. Además, el equipo no podía jugar los domingos porque se jugaba la liga mendocina, entonces lo hacía los sábados y lo daban por tv codificada, algo exclusivo.
Pero las malas continuaron para el conjunto de La Paternal. En 1995, por la Supercopa, enfrentó como local a Atlético Nacional de Colombia en el Orange Bowl de Miami. El único precedente de una localía fuera del país para un equipo argentino antes de la final en Madrid entre River y Boca en 2018. Encima se demolió el viejo estadio de tablones, el cual, a 20 años de su último partido en el ’83, se transformó a fines de 2003 en el actual Diego Armando Maradona.
Lo peor llegó en 1996 con el descenso consumado luego de 41 años jugando en Primera División y con el vaciamiento de sus divisiones juveniles. Nuevamente el ojo del ahora presidente de Boca Mauricio Macri se posó sobre la gallina de los huevos de oro que tenía el equipo de La Paternal: su semillero y varios pibes se fueron a Boca como Juan Román Riquelme, Emanuel Ruiz, Lucas Gatti, César La Paglia, Pablo Islas, Alejandro Lalli, Carlos Marinelli, Ariel Rodó y Fabricio Coloccini. También se alejaron del club Daniel Islas y los hermanos Nicolás y Esteban Cambiasso (por la patria potestad). Además, Boca fue a buscar al club Parque, que tenía una conexión de años con Argentinos Juniors y de donde la mayoría de los chicos del baby pasaban a integrar las filas de las infantiles de los Bichos Colorados. El contrato entre Parque y Boca duró hasta el 2010. ¿Cómo quedó el reconocido club de baby? Un desastre. Entró en una crisis económica profunda que derivó en el cierre del club hasta 2017.
Siento que la temporada ‘93/’94 fue la peor experiencia vivida como socio. Los resultados deportivos pueden variar, de hecho en 2010 Argentinos Juniors volvió a consagrarse campeón del fútbol argentino y el presente lo muestra con un crecimiento continuo y con un equipo competitivo. Pero saber que hubo un momento de la historia en la que el desarraigo pudo haber sido para siempre, es una pesadilla que cada uno de nosotros no queremos volver a vivir.
No a las SAD.