HOLA A TODOS, YO SOY EL LEÓN
Están entre nosotros: mientras se grita a los propios que los clubes son de los socios, la avanzada de los capitales privados viene subida arriba de una topadora. Y es cierto, la sombra privatizadora de las SAD se ha posado sobre el fútbol argentino como la nave de Día de la independencia. En ese barro, el gobierno busca su caso testigo. Sturzenegger se pasea por los clubes con cuentas en rojo como un vendedor de Avon. Ofrece la reunión de tupper y después se reúne con un los que, en teoría, vienen a poner su plata. Inversores de outlet, ninguno de los que se reunieron hasta ahora con el gobierno pueden mostrar mucho más que fracasos y quiebras. A casi un año del DNU que permitió el ingreso de las SAD, hay una tensa calma. Daniel Scioli intentó mostrar al Centro de Fomento José Hernández, un club de barrio de La Plata, como el primero en votar a favor de la privatización: le respondieron con la desafiliación.
La ciudad de La Plata parece ser la elegida para la llegada de los dolarucos. El fin de la metáfora. Foster Gillett, un empresario estadounidense con cara de estar siempre sorprendido, llegó a la ciudad de Dardo Rocha con un mensaje profético para el fútbol argentino. “Lo que estamos buscando es la oportunidad adecuada en algún club que esté dispuesto y nosotros creamos firmemente que podemos transmitir el mensaje a nuestros fanáticos”, le dijo a Infobae en agosto de este año. Federico Sturzenegger, hincha y socio de Gimnasia y Esgrima La Plata, además de Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, intentó hacerle gancho con la dirigencia del Lobo. No hubo match.
Foster Gillett, como caperucita, cruzó el bosque para encontrarse con otro pretendiente: Estudiantes de La Plata. Según dicen en distintas entrevistas, Juan Sebastián Verón y Martín Gorostegui, presidente y vicepresidente respectivamente, desde hace diez años que tienen en claro que necesitan inversiones privadas para mejorar el club. Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. “Foster es una consecuencia”, dijo Gorostegui la semana pasada en una radio platense. ¿Una consecuencia de qué? Podríamos preguntarnos, ¿De la relación entre su madre y su padre? ¿De sus malos resultados como dueño de Liverpool? ¿De la administración de Estudiantes y la búsqueda de capitales privados? Probablemente la respuesta sea esta última.
Verón y Gorostegui creen que el salto que necesita dar Estudiantes requiere de inversión privada. Para terminar el estadio, mejorar el plantel y el predio de entrenamiento en City Bell. En segundo plano ponen a las otras disciplinas deportivas. La cuestión, está claro, es qué beneficios obtendría el potencial inversor.
La familia Gillet lleva varias décadas haciendo negocios en el mundo del deporte. Si bien Foster presenta su experiencia como algo positivo en su desembarco en el fútbol argentino, la historia familiar no da lugar a buenos augurios. En 2007, su padre George compró junto a Tom Hicks el Liverpool inglés. Tres años después, dejaron el club endeudado y cerca de la zona de descenso. Se fueron haciendo un juicio. Invirtieron también en nascar –el TC yanqui– a través de un préstamo pero no devolvieron ni la mitad de la plata que pidieron prestada, los autos terminaron siendo confiscados por otro equipo. En los últimos años intentaron comprar un club en Escocia y luego el Olympique Lyon, ambas propuestas fueron rechazadas. Si se aprende de los errores la familia de Foster sabe mucho.
En cuanto el nombre de Foster Gillett, con su cara de sorpresa, empezó a rondar el fútbol argentino, cual buitre en el desierto, sonaron las sirenas anti SAD. A pesar de que la Asociación del Fútbol Argentino sigue plantada en no modificar su estatuto, y así permitir la posibilidad de las Sociedades Anónimas, el ímpetu del gobierno para hacer lo que le da la gana hace pensar que están al caer. Que Verón estuviera negociando con Foster Gillett le hizo comer la curva a más de uno: al gobierno porque creyó ver en ese hecho el nacimiento de su primera SAD y a los que defienden a los clubes de las lógicas de mercado por la materialización de las privatizaciones. La llegada del T-1000.
Al parecer, esto hay que tomarlo con pinzas porque el acuerdo no fue mostrado y solo se sabe lo que explicaron Verón y Gorostegui, el proyecto es formar una sociedad nueva entre el club y el empresario. “Esto es otra cosa, algo nuevo. Que no existe en ninguna parte del mundo”, se entusiasma Verón. Si bien en algunas partes de la entrevista radial se refieren al acuerdo como algo más cercano a un préstamo, lo que explican, más que nada Gorostegui, es que se tratará de una sociedad donde Estudiantes y Foster Gillett tendrán un porcentaje accionario. “No vamos a dejar de ser una Asociación Civil, no ponemos el patrimonio en garantía para participar de esta sociedad y el managment del día a día en el fútbol continúan siendo parte de Estudiantes de La Plata Asociación Civil”, dijo Gorostegui. Saluden al sueño de la primera SAD que se va.
¿Cómo funcionará esta sociedad? Es un misterio que se resolverá en asamblea extraordinaria de socios cuando la dirigencia presente el proyecto y se vote. Sobre su conformación explicó Gorostegui: “Esa sociedad va a tener dos grandes accionistas: el grupo de Foster y nosotros (Estudiantes LP). Va a tener un porcentaje de participación accionaria, un plazo de duración y algunas reglas básicas”. Si bien la inversión será sobre el fútbol masculino, el plan de Verón llega hasta tener una escuela pública dentro del predio. Es un acto de fe: creer que las inversiones privadas en el fútbol pueden traer beneficios a las comunidades. O que lo dicen para convencer a los que no están de acuerdo, humanizando los capitales. Así como también es posible que, ante la reticencia frente a las SAD, la primera experiencia sea mixta, con mucha inversión y grandes riesgos para quien invierte. El primero te lo regalan el segundo te lo cobran. A eso suena parte de la explicación de cuál sería el beneficio de Foster Gillet: “El beneficio se genera con la creación de valor, con el cambio en el valor de las acciones. Él tiene una determinada cantidad de acciones, nosotros otra. Si nosotros somos un determinado club hoy y somos otro dentro de cinco años, bueno él va a tener el mismo porcentaje sobre un club mucho más grande. Esa es la manera de generar utilidades”. Entrar al mercado perdiendo plata para barrer con competidores, aunque en este caso sea para convencer a los potenciales clientes. Pero no nos sobre analicemos encima.
Estudiantes probablemente será el primer club argentino en conformar una sociedad con una empresa privada, lo más cercano al modelo deportivo de La Libertad Avanza que hubo hasta ahora. No será un gerenciamiento, de eso hay una larga historia en nuestro país, tampoco una Sociedad Anónima, como querían Milei, Scioli y Sturzenegger. Es posible que este sea el primer paso para llegar a las SAD, aunque al hincha de Estudiantes poco le importe. La topadora privatizadora avanza firme, pero el fútbol argentino es particular e impredecible. Hay tantas posibilidades de que Foster Gillet sea el pionero privatizador como de que termine huyendo sin entender del Panic Show Fútbol Club.