Fechas
LLEGÓ LA PRIMAVERA

LLEGÓ LA PRIMAVERA

La primera hija del segundo marcador central de nuestro equipo nació en la tercera
hora de un 21 del septiembre. Aunque parezca, semejante secuencia no resultó de
una búsqueda matemática sino, como tantas maravillas, de una casualidad. Lo que
no surgió de casualidad fue el nombre de esa niña. Se llamó Llegó la primavera.
Se llamó Llegó la primavera y no -que quede claro, por favor que quede claro-
porque desembarcara en la Tierra un 21 de septiembre. Se llamó Llegó la
primavera y así se hubiera llamado si la parían un 5 de mayo, un 18 de junio, un
martes perdido o un jueves especial. Se llamó Llegó la primavera por un poema.
Un poema con el pretexto del boxeo y con la certeza del arte.

El segundo marcador central de nuestro equipo leyó «Llegó la primavera» muchas
casualidades antes de tener a su primera hija en la tercera hora de un 21 de
septiembre. Todavía no estaba en nuestro equipo y todavía no era marcador
central cuando alguien le sopló que, abajo del título «Llegó la primavera», había
unos versos que ardían porque portaban la belleza y el dolor, algunos secretos del
ring y algunos otros de la existencia. Ardían desde el principio, desde este principio
que escribió, crack, Roberto Jorge Santoro: «lavorante viene y va/ su brazo baila
en el aire/ su cuerpo baila en el baile/ con el cross/ o con el jab/ salta su risa con
onzas/ con su loca manera de golpear/ por arriba una cuerda/por el pecho/ su
corazón del ring hasta el techo/y la cuerda que algún día no da más».

En la quinta, en la décima y en las otras horas de ese 21 de septiembre durante el
que inauguró su condición de padre, el segundo marcador central de nuestro
equipo le detalló a esa primera hija flamante por qué la llamó Llegó la primavera, o
sea por qué Santoro, o sea por qué Lavorante. Santoro: poeta, cronista, pintor de
brocha gorda, feriante, preceptor, militante, militante, militante, desaparecido,
desaparecido, desaparecido por una dictadura más fiera que las fieras. Lavorante:
mendocino, boxeador pesado, triunfador en ascenso, heredero de Firpo para
algunos, asombrador de Dempsey según otros, prometedora figura en Estados
Unidos en el comienzo de los sesenta, mal noqueado por Archie Moore, más mal
noqueado por Muhammad Alí, puesto en coma por Johnny Riggins el 21 de
septiembre de 1962, muerto tras la agonía sin regreso en abril del 64.

Otra vez: sin casualidades. Casualidades, pensaba nuestro segundo marcador
central, podía haber o no haber en un quite, en un cabezazo, en un gol. En la
primera lección de un papá hacia una hija que debuta en el mundo, no. Sin
casualidades: por eso, Santoro y Lavorante. Porque a pesar de tanto pesar, se
volvieron luz y luces en más versos, versos capaces de noquear a la derrota, a
todas las derrotas, versos hermosos que fueron y que son una manera de
comprender y de vivir: «lavorante está que arde/la soga salta en el pecho/al
cuadrado va derecho/mete y mete su detalle/ le dice arriba y abajo/le dice
izquierda/el manager/le dice/grito en inglés/la tribuna que lo mira/que no
entiende/que no sabe».

Ya habría noches de cuentos para cualquier Caperucita o para todas las
Blancanieves. Pero, en el principio, Llegó la primavera, esa chiquita, se enteró de
que «Llegó la primavera», ese poema, fue escrito por Santoro como parte de la
labor de un grupo artístico, político, cultural y vital bautizado Barrilete, en el que
unos informes de poesía periodística o de periodismo poético, de acuerdo con la
doble caracterización de sus hacedores, dibujaban un camino para ir por las
rupturas y por las esperanzas de la realidad. Informe sobre Lavorante, publicado en junio de 1963, no destripaba al boxeo pero sí a esa industria que, como otras
industrias que lo disimulan un poquito más, hacía del cuerpo una mercancía. Y de
la gente, un deshecho.

Ternura de hija, ternura de padre, ternura de poesía: pasaron los años y Llegó la
primavera se aprendió de memoria y de emoción los sonidos completos de «Llegó
la primavera». En especial, los del final: «si te vas/Alejandro Lavorante/ a dios le
tiramos la toalla/ chau hermano/no te vayas».

Hubo quienes supusieron que el segundo marcador central de nuestro equipo se
precipitó al introducir a su primera hija en la poesía, en Santoro, en Lavorante y en
todo lo que significaba tamaño nombre. Sin embargo, quienes la conocimos en la
tercera hora de aquel 21 de septiembre certificamos, desde entonces, todo lo
contrario: le gusta la poesía, respira como una dama con conciencia y, en cada
segundo, es tan linda como la primavera.

En este día, mientras celebrábamos su cumpleaños, la escuchamos decir algo
hermoso: «jugar un partido de vóleibol o de fútbol era tan importante como fundar
una dinastía o descubrir la ley de gravedad». El otro marcador central de nuestro
equipo le preguntó si eso formaba parte de «Llegó la primavera». De cumpleaños y
todo, Llegó la primavera le explicó que no, que esas palabras salían de la boca de
Santiago, un preso político uruguayo que recuperaba la libertad luego de soportar
cinco años, dos meses y cuatro días de cárcel en la última dictadura de ese país. Y
que eso estaba en una novela de Mario Benedetti.

Nosotros quisimos saber cómo se llamaba esa novela.

Llegó la primavera nos dio la respuesta: Primavera con una esquina rota.

Después, dijo algo más:
-Así se llama esa novela. Y así se llama mi hermana más chica.

Sin casualidades, el segundo marcador central de nuestro equipo nos miraba.

Tenía una sonrisa bien de primavera.

Autores

  • Ariel Scher

    Escritor. Periodista. Docente. Publicó los libros: Fútbol, pasión de multitudes y de élites (con Héctor Palomino), La patria deportista, Wing izquierdo, El enamorado, La pasión según Valdano (con Jorge Valdano), Fútbol en el bar de los sábados, Todo mientras Diego y El blues de la primera fecha, entre otros. Es uno de los editores de Pelota de papel, obra que reúne cuentos de futbolistas. En abril del 2022, publicó su último libro Apuntes sobre fútbol de los tíos y las tías, editado por Grupo Editorial Sur (GES)

  • Gonzalo Lanzilotta

    Un poco diseñador gráfico un poco ilustrador. Criado en el mundo de los cómics.