TOMÁS PARMO, LA PROMESA
Pocas cosas funcionan con tanta fuerza en la cabeza de un niño como una promesa. Los regalos en la época de navidad, reyes o día del niño se nutren de esa ilusión generada previamente. Pero la expectativa es mayúscula cuando lo prometido no es algo material sino una visita a un territorio nuevo y desconocido que puede llegar a abrir un camino repleto de alegría.
Después de unos primeros años de vida donde Tomás Parmo se pasaba los días jugando con los autitos de Cars, lograron que se interese por patear una pelota. El chiche nuevo le gustó tanto que le dijeron que existía la posibilidad de que pueda ir a un club a aprender a jugar fútbol. La idea lo mantenía entretenido los días de la semana en los que estaba en lo de su abuela porque sus padres trabajaban. Su papá es Alejandro Parmo, un conocido periodista deportivo que un día le prometió que lo iba a llevar a un club. Pero justo lo llamaron para ir a una cancha a hacer una cobertura y se tuvo que ir.
La abuela de Tomi trató de emparcharle la tristeza y averiguó donde había algún club de barrio por Sarandí. Le dijeron que a unas 5 cuadras de su casa y hacia allí fue junto con su nieto. Al llegar a la avenida Belgrano se toparon con el Club Belgrano, presidido por el capitán de Independiente Iván Marcone y el sitio donde comenzó su camino con la pelota Rodrigo De Paul. Pero la abuela de Parmo pensó que era un lugar para salir a bailar, una matiné. Entonces siguió caminando unas cuadras más y al cruzar la calle apareció un club grande encima de sus cuerpos: el Instituto Atlético Cultural.
Apenas entraron los recibió Kito, un histórico delegado del Cultural Juniors. Les dijo que la categoría de Tomi, la 2008, todavía no estaba formada, pero que volvieran otro día para probarse en la 2007. Eso hizo y participó de un partido con muchos goles. Así empezó esta historia de amor por ese ejercicio que llena de vida al fútbol: agarrar la pelota y hacer todo lo posible para que toque la red del arco rival.
Los videos de los goles de Parmo en el Cultural fueron filmados por su mamá Soledad del Pup que se define en su canal de You Tube como “fotógrafa amateur de corazón. Amo ir a ver a mis hijos a sus partidos de fútbol en su club de barrio. Aprovecho estos momentos para dejar estos recuerdos plasmados en mi cámara”.
El más extenso muestra todo el recorrido de Tomás en baby, del 2014 al 2021. Inicia con una foto de él apenas llegando a la altura de la mesa para firmar planilla, con la clásica remera amarilla y verde del Cultu. Todos los goles vienen incluidos con un dedito señalando a la cámara que sostiene su mamá.
Ya desde muy chiquito lleva la pelota siempre pegada al pie para la gambeta. Hay golazos memorables de todos los colores. Apiladas contra la raya y saltos esquivando patadas. No se la pueden sacar. Aprovecha los piques del piso del baby para gambetear, no pierde tiempo en bajarla. Tiene pisadas de crack y, aunque no es su recurso más utilizado, también le pega fuertísimo.
A medida que fue creciendo, su nombre se hizo conocido en el ambiente del Torneo Federación Argentina de Deportes Infantiles (FADI) de Avellaneda, Lanús y Quilmes. Cada vez lo marcaban entre más rivales y eso lo hizo cada año más inteligente para construir hermosas jugadas colectivas junto a sus compañeros. Reír, disfrutar, inventar a la par del verbo crecer. Pasó a ser el abanderado de un grupo de nenes queriendo meter goles como divertimento.
En 2016 además de jugar en el Cultural quedó en las infantiles de Independiente. Varias veces se tuvo que enfrentar a sus compañeros del Rojo en el FADI. Eran los partidos más especiales para Tomi. Les quería ganar para evitar las cargadas de la semana. Les trataba de meter goles como a todos los rivales, aunque casi ni los festejaba.
En una entrevista en plena cuarentena del 2020, hecha en el Instagram oficial del Cultural, eligió a Lauti Romero de la 2008 como su compañero favorito: “Es mi hermano de otra madre. Vamos también a Independiente juntos, se queda a dormir en mi casa, la pasamos bien en los entrenamientos, también en el Cultu, nos cagamos de risa”.
En el club de barrio encontró no solo un lugar para conocer gente y aprender a jugar al fútbol, sino un espacio que funciona como lugar de encuentro. “Que venga la familia a ver los partidos es muy lindo porque es como una reunión familiar. Algunos no pueden sentarse todos los días con la familia en el comedor de su casa y es muy lindo ver a toda tu familia junta en el fútbol”, se animó a reflexionar en la nota.
Los sábados se pasaba todo en el día en el club porque la 2007 jugaba primero y la 2008 última. Tomi jugaba para ambas categorías. En el medio le gustaba quedarse para ver todos los partidos. Más cuando su hermano Lucas empezó a jugar en la 2009 y después su primo Mateo también arrancó en el club. Cuando le pidieron que arme su equipo ideal del Cultural formó un quinteto con: Joaco Toro de la 2007 al arco, su hermano Lucas Parmo y el polaco Santiago Solito abajo, arriba Lauti Romero y su primito Mate.
La vida de Tomás Parmo cambió para siempre desde aquella vez que salió a caminar por las calles de Sarandí en busca de un club de barrio. A fuerza de sus goles el Cultural llegó a la A del torneo FADI, categoría en la que podría haber jugado directamente si entraba por las puertas del Club Belgrano aquella tarde junto a su abuela.
Hoy tiene de compañero/capitán a Iván Marcone en la primera de Independiente. Todas las conferencias de prensa le preguntan al técnico Carlos Tevez cuando va a hacer debutar a Parmo. Él ya tiene 16 años, pero sigue esperando su oportunidad con la ansiedad de un nene que solo quiere jugar a la pelota. Esa pasión lo llevó a ser la gran promesa de las inferiores de Independiente.