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UNA PELOTA QUE GIRA SOBRE RIELES

UNA PELOTA QUE GIRA SOBRE RIELES

Que el fútbol nació en Inglaterra es una realidad mundialmente aceptada. Sin embargo, que aquel deporte llegó a países como la Argentina y se hizo carne rápidamente hasta convertirse en un juego con fuerte identidad local, tampoco hay duda. En el ferrocarril, síntesis y encuentro de los dos factores anteriores, podemos entender el arribo y la rápida expansión de este deporte que hoy es pasión de multitudes.

Corría mayo de 1867 y en el diario The Standard (editado en Buenos Aires y escrito en inglés) los hermanos Thomas y James Hogg invitaban, a través de un aviso, a fomentar la práctica del fútbol: “Una reunión preliminar se llevará a cabo el próximo jueves por la tarde, a las 19.30 horas en la calle Temple, frente al N°46, con el propósito de establecer las reglas y reglamentos para los partidos de Foot Ball, que se jugarán en el campo de Cricket, durante el invierno. Se solicita la presencia de todas las personas interesadas”, se podía leer en el periódico.

Ambos nacidos en Inglaterra, se habían afincado en Buenos Aires cerca de 1860. Su contacto con las noticias del viejo continente arribaban lentas pero constantes, y hablaban del comienzo de la práctica de un deporte llamado fútbol en su país natal. Allí, en 1863, se comenzaba a practicar este nuevo juego. La información llegó y enamoró a los hermanos que rápidamente intentaron repetir la novedosa práctica de su tierra natal, en el territorio que habían adoptado como propio para vivir.

El aviso promocionado en el The Standard sería el puntapié inicial del primer partido en la historia del fútbol argentino, el cual se disputaría aquel año en el campo de cricket de la ciudad de Buenos Aires (hoy allí se encuentra ubicado el planetario), contando apenas con 8 integrantes por equipo divididos en Equipo Blanco y Equipo Colorado. Las crónicas hablan, sin mayor precisión, de un contundente 4 a 0 para los de camisa clara.

Desde aquel primer histórico match hasta la actualidad, el crecimiento de las instituciones deportivas que surgieron con la intención y el ímpetu de practicar el fútbol, así como las que realizaron el camino inverso, hablan de una expansión rápida y netamente emparentada con lo inglés. Y la clave para entender esto es la propagación de los ferrocarriles que contaban con capitales y tecnología, en su gran mayoría, de aquellas tierras.

Con y desde el tendido férreo y sus trabajadores, el deporte se multiplicó en tierras argentinas como reguero de pólvora. Serán entonces las vías por donde la pelota comience a rodar, hacer pases, tirar paredes y caños, al compás del crecimiento del tendido ferroviario que se expandía desde las localidades portuarias hacia el interior del país.

Con este marco, se puede comenzar un recorrido imaginario poniendo el balón en Buenos Aires como punto de partida. El recorrido inicia en la localidad de Banfield y su club homónimo fundado tempranamente el 21 de enero de 1896. En aquella localidad se habían afincado cantidad de familias inglesas que decidieron fundar un club y bautizarlo con el nombre de la estación, que al mismo tiempo se había establecido en honor a Edward Banfield, primer gerente de la empresa Gran Ferrocarril Sur. 

Pocos años antes, el 24 de diciembre de 1889 se fundó el Central Argentine Railway Athletic en la ciudad de Rosario, actualmente conocido como Rosario Central. Cuenta la historia que un grupo de trabajadores del Ferrocarril Central Argentino se reunía luego de la jornada laboral a esbozar una proto-práctica de fútbol en terrenos baldíos ubicados en la zona norte de la ciudad.

Será en víspera de la Navidad de 1889 que un bar se reunieron los pioneros soñadores y se propuso formalmente la creación de aquel proyecto, sugiriendo para el mismo el nombre de Central Argentine Railway Athletic Club. Con el tiempo y la fusión entre las líneas ferroviarias Buenos Aires y Central Argentino, el año 1903 generó un hito en la historia del club, ya que Rosario comenzó a recibir una gran afluencia de operarios criollos, los que se sumaron de inmediato a la práctica del fútbol. Aquello que antes era solo reservado para trabajadores de la empresa ferroviaria, pasaría a tener acceso universal para todo aquel que quiera sumarse, y será en este movimiento que también se proponga y apruebe el cambio de nombre por el que hoy conocemos: Rosario Central.

Continuando hacia el norte sobre los rieles y adentrándonos en la provincia de Córdoba, podemos encontrar al Club Atlético Talleres, que como su nombre ya lo insinúa, tiene su origen en aquellos sitios donde se arreglan diversos tipos de rodados. 

Sus orígenes están íntimamente ligados con los obreros que trabajaban en los talleres del Ferrocarril Central Córdoba, por eso su primer denominación fue Atlético Talleres Central Córdoba, y las primeras reuniones informales de obreros de la empresa, se dieron en la tornería del Ferrocarril. El nombre surgió cerca de 1912 cuando los antiguos espectadores del futbol jugado en “la cancha de los ingleses”, habían crecido y ya estaban enrolados como empleados del ferrocarril. Estos debaten sobre la conformación de un club que con el tiempo mutó en su denominación a Club Atlético Talleres.

Siguiendo hacia el norte del país tras la huella del escurridizo balón entre las vías, nos encontramos con que el 9 de marzo de 1921 en la ciudad de Salta, un grupo de ex empleados del Ferrocarril Central Norte deciden fundar un club deportivo que los agrupara; en este caso con el fin manifiesto desde sus orígenes de propagar la práctica del fútbol que ya venían sosteniendo en otros espacios de la ciudad.

La reunión quedó pautada en la calle Balcarce 888, a pocos metros de la Estación Salta del tren, y el nombre que eligieron fue justamente el que daba nombre a la rama férrea que llegaba a la provincia: Central Norte. Sus colores, con preponderancia del negro, surgen de las máquinas o del humo de las mismas. De una u otra manera, desde el nombre hasta el color, la vinculación con el ferrocarril es directa.

En este loco trayecto entre rieles y pelotas podríamos continuar recorriendo los más de 100 clubes con vinculación directa al ferrocarril que hay desperdigados a lo largo y a lo ancho del territorio: Ferro Carril Oeste en Buenos Aires; Central Córdoba de Santiago del Estero; Club Atlético Ferrocarril Midland en la provincia de Buenos Aires; Club Atlético Talleres de Perico de Jujuy; Club Ferrocarriles del Estado de Comodoro Rivadavia… y la lista continúa de manera casi interminable.

Si de resignificación cultural se trata, la historia del fútbol en la Argentina surgido de los rieles elitistas ingleses y convertido en pasión indiscutida de multitudes en este suelo, es paradigma y modelo de cómo un pueblo hace suyo lo que abraza con fuerza y vive como propio. 

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