JUGAR, ENTRENAR, COMPETIR
(La presente es una reseña de la charla llevada a cabo el 19/08/2022 en el bar “La Popular” de la ciudad de Rosario, en el marco del ciclo: “Cuerpo, palabras y bailongo” donde también participaron Natalia Perez, Hernán Fernández y Kurt Lutman).
Esta propuesta surge a partir de conversaciones e intercambios que venimos manteniendo con un grupo de compañeres, entre quienes se encuentran Natalia Perez y Kurt Lutman. De las preguntas y reflexiones que compartimos, cada uno desde su propia experiencia, el deporte o los ámbitos artísticos, coincidimos en percibir cierta incomodidad respecto de algunas prácticas corporales.
En mi caso, el contexto desde donde se enuncia este análisis surge, en primer lugar, de mi experiencia en el entrenamiento de alto rendimiento como ex gimnasta artística. También como ex nadadora de aguas abiertas, remera y maratonista, por nombrar algunos de los deportes que practiqué en forma competitiva, luego de la gimnasia.
A ese contexto como deportista se suma mi trayecto por el Profesorado de Educación Física. Mientras estudiaba y me formaba como docente, quería investigar acerca de las gimnastas. Por aquél entonces, me preguntaba qué había sido de mis compañeras, sobre todo las mujeres, porque sabía que la gran mayoría, luego de finalizar la carrera deportiva, se habían dedicado a otras cosas que poco tenían que ver con el movimiento. Ese fue un hecho muy llamativo para mí.
Observaba a mi hermana, estudiante de Teatro, acercándose a aprender acrobacia en el mismo gimnasio donde pasábamos tantas horas Nosotras con 17/18 años nos estábamos retirando y otras personas jóvenes recién se encontraban comenzando. Y también me llamaba la atención el hecho de que la mayoría de los varones continuaban estudiando alguna carrera vinculada al movimiento, como Educación Física o Kinesiología, a diferencia de las mujeres. Y me preguntaba qué habría sido de sus vidas, después del alto rendimiento.
Entre los deportes en los que fui incursionando una vez retirada de la gimnasia artística, conocí otras disciplinas y enfoques de movimiento, como la danza Contact Improvisación. Eran prácticas realmente novedosas, muy diferentes en sus modos y abordajes de las propuestas deportivas. Desde ese entonces, se inició para mí una búsqueda e investigación hacia nuevos modos de comprender las relaciones entre el cuerpo, el movimiento y el aprendizaje.
Durante mi tránsito por el Profesorado de Ed Física aparecían cada vez más preguntas y diferenciaciones en torno a los enfoques que se planteaban en los ámbitos deportivos, en comparación con aquellos otros, vinculados al campo de la Educación Somática. Algunas de las reflexiones que voy a compartir tienen que ver con ese largo proceso de diferenciación, donde algunas prácticas corporales en los ámbitos deportivos aparecen naturalizadas. Entendiendo que un camino posible para la reflexión podría ser comenzar a problematizarlas.
En la actualidad, cuando un niñe o adolescente comienza un deporte, se intenta que ingrese lo más pronto posible al circuito competitivo. Se le enseñan los gestos técnicos, las acciones y reglas básicas y rápidamente comienzan los encuentros, torneos y partidos. Es una situación muy común y la más frecuente en la mayoría de los espacios donde se llevan adelante estas prácticas: clubes, gimnasios, asociaciones, etc.
Por tanto, surge un elemento que comienza a ocupar una posición de jerarquía que va a orientar y conducir todo lo que se proponga en cada práctica. Este elemento es El Tiempo. Frente a cuerpos en desarrollo y crecimiento, como lo son niñes y adolescentes, esta concepción naturalizada del tiempo va inscribiendo sus huellas.
En primer lugar, directamente vinculado con el tiempo aparecen en la escena los resultados. Cuando la expectativa es ganar, las acciones e intenciones se orientan a los resultados y no tanto al proceso. En un entorno competitivo y resultadista, el cuerpo de niñes y jóvenes se va moldeando, como plastilina, a su imagen y semejanza.
Coherentemente con ese concepto del Tiempo y de los Resultados, la Especialización Temprana deviene el modo más eficiente de ingresar en el circuito competitivo. La enseñanza de la técnica, la repetición de los gestos de la disciplina, la preparación física, el entrenamiento intensivo precoz comienzan a formar parte de ese universo que conduce a niñes y adolescentes hacia el rendimiento deportivo.
Una de las consecuencias de la especialización temprana es la hemi-dominancia. La utilización del lado del cuerpo “hábil” (este es el modo en que se nombra en las prácticas deportivas al lado dominante) por sobre el otro lado. En cuerpos en desarrollo, la integración de los hemisferios cerebrales, así como también la orientación espacial y temporal se encuentran orientadas hacia un único lado y se transforman en un patrón de respuesta único. Cabe preguntarnos aquí si existe un lado del cuerpo hegemónico.
Otra consecuencia directa y muy naturalizada de la especialización temprana son las lesiones deportivas. Niñes y adolescentes sufren constantemente lesiones por sobrecarga de entrenamiento. En ocasiones compiten lesionados, anestesiados o infiltrados, para no perder el torneo o el partido, ya que los objetivos son prioritarios. Frente a cuerpos en pleno crecimiento, estas situaciones presentan consecuencias que recién pueden valorarse mucho después, cuando el deportista es adulto. Lesiones y deformaciones por microtraumatismos, en diferentes articulaciones, por saltar o correr en superficies duras, pubalgias, y lumbalgias crónicas, tendinitis, esguinces, fracturas o desgarros mal curados, por no respetar los tiempos necesarios de recuperación, son algunos de estos efectos.
Continuando con el análisis y retomando algo de lo compartido por Natalia Perez en la primera charla, respecto de las miradas que pueden habilitar u obturar procesos de aprendizaje, en el deporte competitivo predominan las miradas evaluadoras, en coherencia con la orientación a los resultados que son medibles, evaluables. El tono de la mirada es alto.
Los errores son analizados desde el sistema de información binario, por lo que excluyen cualquier otra manifestación o expresión que no sea aquello que se espera, y que puede cuantificarse. Ganar/perder, estímulo/respuesta, correcto/incorrecto, éxito/fracaso forman parte de este sistema que predomina en el discurso del deporte competitivo.
Frente a un tono de la mirada alto, señalador de la falla, como algo negativo que hay que evitar, frente a un discurso binario, niñes y adolescentes van creando patrones de movimiento y pensamiento que conforman una matriz de aprendizaje hegemónica. Es importante recordar que nos encontramos frente a cuerpos que están en pleno proceso de construcción, todas las experiencias que se les ofrezca a niñes y adolescentes en estas etapas formativas serán la base, los fundamentos, los cimientos, para su futuro desarrollo.
Luego de todo lo expuesto, sería interesante preguntarnos… ¿En el deporte competitivo…hay elección?
Para finalizar esta pequeña introducción y poder abrir la charla para conversar, compartir experiencias, reflexiones y que circule la palabra, me gustaría agregar algunas preguntas que tienen que ver con el foco principal de este conversatorio.
Si nos detenemos brevemente en el jugar, hay algunos elementos que son fundamentales y que no pueden faltar:
1- un marco de cuidado/ asegurador
2-acuerdos /reglas
3. tiempo
4- elección/deseo
5- El proceso, no tanto el producto terminado.
¿Hay algo de jugar en el “entrenar”?
¿Aparece el jugar en el “competir”?
¿Qué experiencias se priorizan en el “entrenar”? ¿Qué experiencias en el “competir”?
¿Qué cuerpos se construyen a partir de dichas experiencias?
La conversación continuó con la participación de las personas presentes. Entre los temas que fueron surgiendo apareció la relación con la educación formal, los modos de concebir el aprendizaje, la exclusión, la orientación de las prácticas corporales, los resultados.
Preguntas en torno a las decisiones respecto de los niños y las niñas, las elecciones. Aparecieron conceptos como la felicidad, el deseo, las elecciones. El lugar de los adultos, las familias, las instituciones, la escuela, la sociedad.
También reflexiones acerca acerca de la palabra “juego” y como se utiliza de forma naturalizada en muchas prácticas competitivas.
Para cerrar, y de acuerdo a todo lo que se fue analizando, surge la pregunta:
¿El deporte competitivo se encuentra centrado en el niño, en sus necesidades?