CAMISETAS QUE HACEN HISTORIA: CENTRAL BALLESTER Y SUS ICÓNICAS REMERAS
¿Es posible que un equipo de la quinta división del fútbol argentino pueda poner a reflexionar a los fanáticos a partir de sus camisetas? ¿Es posible que un equipo de magras campañas deportivas en la última categoría pueda ocupar la primera la plana de los medios masivos por iniciativas sociales?
Aunque parezca un imposible, esta situación fue y es realidad gracias a la iniciativa, impulso y puesta en marcha de un grupo de socios con el afán de cambiar lo establecido, combinando compromiso social, historia barrial e ingresos económicos genuinos para el club de sus amores.
Estamos hablando del Club Social y Deportivo Central Ballester, apodado el Canalla o el Cacique, fundado el 26 de octubre de 1974; institución que nació como consecución del Club Atlético Central Argentino, ambos con zona de influencia en el populoso partido de San Martín, en la provincia de Buenos Aires.
Aquel equipo del que poco se sabía en los medios de comunicación, comenzó a ser noticia por sus camisetas que rendían homenaje a diversos hechos, y que generaron gran repercusión en la patria futbolera que añora un deporte más apegado al barrio y a las causas sociales, que al gran negocio y el show business.
Así fue que comenzaron a verse, en primer lugar, casacas en homenaje a los fusilados de José León Suárez, hecho que emparenta a Central Ballester con su barrio de influencia y que fue relatado por el periodista Rodolfo Walsh en su libro Operación Masacre. Luego aparecieron homenajes al General José San Martín (en referencia al Municipio que los contiene), a las Madres de Plaza de Mayo, al colectivo LGTB e inclusive una que visibilizaba el reclamo feminista del Ni Una Menos.
Cabe decir que toda esta iniciativa tiene un grupo de socios por detrás, pero sobre todo una punta de lanza indiscutible llamada Ezequiel Rodríguez, quien comienza su relato apasionado, “me hice hincha de Central porque siempre me dio curiosidad cuando era chico y lo veía en TN deportivo, único canal que pasaba algo de la categoría. Quería ir a la cancha pero mi viejo no me dejaba porque decía que era muy peligroso. Así que apenas entre a la adolescencia me fui a la cancha cuando todavía hacíamos de local en Ferrocarril Urquiza”.
“Tengo temporadas completas sin faltar un partido, seguí mucho las campañas y siempre quise colaborar en el club porque veía que había un montón de cosas para hacer. Así fue que comencé a ir a las reuniones de socios, les decía que me usen, que estaba para eso. Me seguí metiendo y la gente fue confiando más en mí… con el tiempo me dieron algunas tareas”, comenta Ezequiel.
En este afianzamiento de relaciones al interior del club, Rodríguez toma la responsabilidad de hacerse cargo de la indumentaria, “como soy diseñador gráfico me empecé a ocupar, traté de agregarle contenido a la camiseta más allá de los sponsors, dar un mensaje identitario con el club y ahí surgió, gracias a que el club está arraigado en José León Suárez, tomar el hecho más importante que tiene que es el de los fusilamientos. Entonces traté de contarlo desde mi manera de ver el mundo: que fusilaron gente porque pensaban distinto”.
“El proyecto lo presenté en la Comisión Directiva y fue bien recibido, entonces le mandamos para adelante y la verdad que superó las expectativas”, comenta con orgullo Rodríguez y relata una anécdota que marca a las claras lo generado con aquella acción, “una vez, volviendo a mi casa, me crucé cinco personas con ropa de Central Ballester, cinco personas desconocidas para mí, y me emocioné mucho, me puse a llorar porque era lo que yo buscaba desde el primer momento”.
Luego de ese gran impacto que, casi sin quererlo, generó la casaca ideada por Ezequiel, vinieron muchas repercusiones, “He ido a charlas en escuelas invitado por organizaciones municipales, hubo muchos reconocimientos por la camiseta; fue reconocida a nivel nacional en diputados, fue nombrada de interés cultural, también nos dieron un reconocimiento en la Legislatura porteña”.
De toda aquella repercusión disfrutaba Rodríguez, no sin dejar de lado que era él mismo quien tenía que ir al proveedor de la indumentaria para que entienda la idea, los colores y el sentido de cada una de las acciones sobre la tela. “Hay que decir también que hubo mucha gente de la Comisión que no no quería este tipo de conmemoraciones”.
Luego siguieron otros diseños que también generaron gran repercusión, “la camiseta de Ni una Menos se usó en dos partidos y vendimos más de trescientas. Eso para Central Ballester es una fortuna”, comenta Rodríguez aclarando que “para hacer esa camiseta hice un curso de género y comunicación, porque yo tenía miedo de decir boludeces, por eso siempre traté de hacerlas con el mayor de los respetos a cada una de las camisetas”.
Rodríguez empujó, soñó, y todo aquello se multiplicó, pero no solo fueron cuestiones personales, ya que cada una de las acciones generaron un valor positivo para la memoria colectiva, multiplicando el mensaje reflejado en cada una de sus camisetas, así como también, llevando a Central Ballester hasta lugares impensados por los mismos dirigentes e hinchas del club.
“Me encanta que el club haya trascendido por cosas positivas, porque las campañas futbolísticas generalmente son muy malas”, remarca con orgullo futbolero Ezequiel Rodríguez y agrega “Hoy ya no estoy en el club, lo sentía muy visceral y lo quiero tanto, que también llegó un momento donde me cansé de dar algunas batallas internas y necesité alejarme”.
Con Ezequiel se alejaron, quizás por un tiempo, los proyectos transformadores que mostraban camisetas con memoria y conciencia social. Sin embargo, esos logros pergeñados por el socio e hincha Canalla, siguen girando por diferentes canchas, barrios y torneos de fútbol que todavía hoy recuerdan que un equipo de la quinta categoría del fútbol argentino, hizo el ejercicio de recordar impregnándolo en su misma piel.