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CLUBES FRENTE AL NEGACIONISMO

CLUBES FRENTE AL NEGACIONISMO

Durante casi cuarenta años de democracia, el período más largo de nuestra historia, gran parte de la sociedad y las instituciones se pronunciaron, en mayor o menor medida, contra la dictadura y el terrorismo de estado. Hubo un sector importante que se abstuvo. O como diría Martín Kohan, que hizo “política del silencio”. Mientras las plazas se llenaban cada 24 de marzo y las placas conmemorativas para desaparecidos o desaparecidas se ubicaban en todos los barrios. Mientras los genocidas condenados eran cada vez más. Mientras las Abuelas de Plaza de Mayo eran candidatas a premio nobel de la paz. El fútbol argentino miraba hacia a otro lado. Algunos clubes eran la excepción. Pero la regla era que muchos todavía incluso tuvieran genocidas en sus padrones, algunos hasta como socios honorarios. 

Durante el último lustro se consolidó un cambió de rumbo: la memoria y los clubes se abrazaron. Julián Scher se propuso juntar once hinchas de Racing detenidos desaparecidos y terminó encontrando más de cuarenta. Sus investigaciones, junto con el Departamento de Historia de Racing Club desembocaron en un histórico acto en el Estadio Presidente Perón, donde familiares recibieron carnets que daban a los desaparecidos la categoría de “socios eternos”. Algo similar había impulsado Banfield a finales de 2019. Restituir la condición de socios y contar la historia del desaparecido. Humanizar. Completar esa cara, ese nombre y esa fecha con estudios, gustos, defectos, risas, comidas y anécdotas. 

De la unión entre hinchas y militantes de distintos clubes nació la Coordinadora de Derechos Humanos de Fútbol Argentino. Fue en 2017, durante una presentación de Los desaparecidos de Racing el libro de Julián Scher. Todo empezó con el intercambio de números de teléfonos entre hinchas de diferentes clubes y la idea de armar algo en conjunto. En estos seis años, la Coordinadora logró que diferentes camisetas marchen por las calles bajo una sola bandera. Planteó, con éxito, que los clubes pueden ser un espacio de debate y unión entre hinchas de diferentes clubes. 

Ya durante la pandemia, Boca y River se habían unido en la búsqueda de socios desaparecidos y socias desaparecidas. Se crearon subcomisiones, comisiones o departamentos de Derechos Humanos en muchos clubes. La restitución de la condición de socio, en sus diferentes variantes según cada estatuto, se volvió cada vez más frecuente. Se invirtió la ecuación y fueron los equipos los que pasaron a contar las historias de sus hinchas desaparecidos en libros y archivos digitales. Hoy, frente al avance de discursos negacionistas o que pretenden igualar a través de la “teoría de los dos demonios” el accionar de la dictadura militar al de las organizaciones armadas, los clubes son un espacio para el fortalecimiento de la memoria. 

“Los clubes deben seguir en el camino en el que venimos. Entendiendo que son y deben ser un espacio de inserción social, un espacio de sociabilización, donde construimos comunidad, donde nos entendemos como un colectivo, un lugar donde se construye identidad. Si entendemos eso, entendemos que es un lugar donde trabajar derechos humanos”, aporta Mariel Alonso, fundadora de la Comisión de Derechos Humanos de la Asociación Atlética Argentinos Juniors. 

 “Los clubes tienen que seguir avanzando en la construcción de espacios con perspectivas de derechos humanos y donde se repudie cualquier idea que atente contra la esencia del ser humano”, comenta Sergio “Cherco” Smietniansky fundador de Banfield por los Derechos Humanos y parte de la Subcomisión de Derechos Humanos del club. 

El intercambio con integrantes de las subcomisiones o comisiones de Derechos Humanos de los clubes se da después del “homenaje a las víctimas del terrorismo”, impulsado por la diputada y candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel. El cimbronazo no lo generó el acto en sí, sino el lugar donde se dio: la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Los discursos negacionistas o hasta reivindicatorios de la dictadura han permanecido a lo largo de los años, lo preocupante es que se trasladen a una institución emblema de la democracia.

“No nos tomó por sorpresa que este personaje organizara algo de este estilo, porque ya venía sucediendo. Sí nos parece una avanzada clara de este tipo de discursos negacionistas el que se realice en la legislatura porteña”, me dice Mariel Alonso. “Esto es mucho más grave que el negacionismo: esto es reivindicación y apología del genocidio”, sentencia “Cherco” Smietniasnky. 

Si bien el acto se presentó como un “homenaje a las víctimas del terrorismo”, es decir a civiles que murieron por el accionar de las organizaciones armadas, la trayectoria de Victoria Villarruel y sus vínculos con genocidas como Jorge Rafael Videla o Miguel Etchecolaz, así como sus dichos en la legislatura van en línea con lo que dice Smietniansky. Según una crónica publicada por Victoria De Masi en DiarioAr la candidata a vicepresidenta pronunció estas frases: “El Estado en democracia también nos viola los derechos humanos para garantizar la impunidad de grupos violentos que al día de hoy gozan de su libertad” o “Durante 40 años las víctimas del terrorismo fueron desaparecidas de la memoria”.  La reutilización de términos como “viola los derechos humanos” o “desparecidas de la memoria”, conceptos ligados a las Organizaciones de Derechos Humanos, invertidos para reivindicar a quienes fueron victimarios, muestra el nivel de impunidad alcanzado por el discurso de Villarruel. 

“Si yo no profundizo en el conocimiento de por qué, qué es un crimen de lesa humanidad, cuáles son los crímenes que están siendo juzgados, dónde se cometieron esos crímenes, qué es un centro clandestino de detención, cómo fue posible que en 1976 una junta militar accediera al poder del Estado. Si yo no entro y profundizo y genero un aprendizaje significativo sobre ese discurso, ese discurso llano y sencillo de repetición, puede ser reemplazado por cualquier discurso llano, sencillo y de repetición, que puede ser el discurso negacionista”, reflexiona Mariel. 

Hace un año vivíamos el auge, con récord de entradas vendidas, de la película Argentina 1985. En ella se narran los hechos que culminaron con el juicio a las juntas militares. ¿Cómo puede un país pasar de llenar los cines para ver una película que reivindica el juzgamiento a los militares a que la fórmula más votada en las PASO tenga a una negacionista como candidata a vicepresidenta? “Lo que nos muestra el éxito cinematográfico de la película da cuenta de que no todo el mundo sabía que había habido un juicio a las juntas, de cómo se había construido, de qué se había hablado, cuales habían sido los testimonios que se habían brindado en ese juicio”, continúa Mariel. 

“En muchos clubes se dio la película con muy buena aceptación”, cuenta Smietniansky. “Nuestra Subcomisión tiene previsto hacer una proyección de la película como se hiciera en otros clubes. Con una previa donde se haga una charla debate. Creemos que es muy interesante para que la sociedad siga sabiendo la verdad”, me dice Enrique Raúl Kobla, vocal e integrante de la Subcomisión de Derechos Humanos de Gimnasia y Esgrima La Plata. 

La tarea de los clubes continúa siendo fundamental para mantener viva la llama de la memoria. Quizás con menos estridencias que la promoción que tuvo el acto en la legislatura porteña. Con acciones cotidianas y apuntadas al común de la sociedad. Los clubes tienen acceso a sectores de la sociedad a los que la política o los partidos, por distintas razones, no llegan. Por ejemplo, desde la Subcomisión de Derechos Humanos de Gimnasia y Esgrima La Plata visitaron la Ex Esma junto a los quintos grados de la Escuela René Favaloro, el colegio del club. 

La democracia y la memoria no son elementos estáticos dentro de la sociedad. Su fortalecimiento es un deber de todas las instituciones, incluidos los clubes del fútbol argentino. O como cantaba Baglietto: “multiplicar es la tarea”.

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