Especial 8 de marzo
LA LIBERTAD, EL GOCE Y EL FÚTBOL EN LAS ESCUELAS

LA LIBERTAD, EL GOCE Y EL FÚTBOL EN LAS ESCUELAS

No.

Una lengua posándose sobre el paladar, unos labios dibujando un círculo y el tono grave. Siempre el tono grave. La primera respuesta fue: No. Un No seco, rotundo, irreversible.

Después vendrían los consuelos: vóley, básquet, handball, softball, natación. Deportes ofrecidos igual que caramelos. Como si las elecciones fueran negociables.

Durante décadas las pibas quisieron jugar al fútbol. La respuesta siempre fue la misma: No. Y, a veces, con una caracterización adicional. Machona. Varonera. La expulsión del paraíso del juego y el disfrute por el simple hecho de ser mujeres.

Salir a jugar

El 23 de febrero pasado, la Asociación del Fútbol Argentino junto al Ministerio de Educación de la Nación Argentina, anunciaron el inicio de una tarea conjunta para promover dos ejes: que los y las futbolistas de inferiores puedan terminar los estudios y que el fútbol femenino comience a ser parte de la enseñanza en los colegios.

En la conferencia de prensa tomaron la palabra el residente de AFA Claudio Tapia y el ministro de educación Jaime Perczyk. “El fútbol femenino debe seguir desarrollándose y, para eso, queremos agregarlo como actividad dentro de la materia educación física en los colegios primarios”, explicó Tapia. “El fútbol es una escuela para todas y todos y por eso vamos a impulsar que haya espacio para el fútbol femenino en todo el sistema educativo – argumentó Perczyk durante la firma de los convenios -. El fútbol femenino debe seguir desarrollándose y, para eso, necesitamos que todas nuestras jugadoras cuenten con un desarrollo integral, no solo en lo futbolístico, sino también en lo humano”.

Por su lado Paula Ojeda, gerenta de Equidad y Género de AFA, expresó en Télam: “La idea es que las nenas y las adolescentes tengan la oportunidad de jugar al fútbol en la escuela desde la primaria, que es lo que sucede en Estados Unidos y convirtió a su selección en potencia mundial”.

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Mónica Santino es una distribuidora de libertades. Cómo volante central adentro de una cancha, como directora técnica, como periodista o como formadora en La Nuestra, el club que lleva adelante junto a otras compañeras en la Villa 31.

“La medida era una demanda vieja, de hace muchísimos años. Incluso alguna vez fue presentada por algún profe varón de Educación Física ligado al fútbol femenino, te estoy hablando de hace más de veinte años. Sorprendió sí, el momento y lo repentino. No la vimos venir. Desde ese lugar la medida es sorpresiva y a la vez celebrada, porque es un reclamo viejo”, explica Santino.

Cree que el convenio incluso puede superar al fútbol femenino como disciplina en sí y beneficiar tanto a la educación física como a la enseñanza de la Educación Sexual Integral (ESI): “Pienso que la medida es buena para la educación física general. Si salimos de los viejos esquemas de la educación física, de las clases por géneros, de la poca importancia que a la educación física se le da como materia. Cuando en realidad es una materia que es preponderante, importantísima. Yo diría incluso que te abre la puerta para hablar de ESI. Es un gran aire para la educación física y algo que ayuda a que la educación física ocupe el lugar que tiene que tener. Además de darle fortaleza institucional, en el futuro puede generar un fútbol mixto”.

Aunque la firma de este convenio también tiene otro objetivo claro: el desarrollo del fútbol femenino. La posibilidad de poder tener una pelota en los pies desde chicas. “Algo central es que desde hace muchísimo tiempo reclamamos la estructuración en divisiones inferiores para el fútbol femenino. Porque no las tiene, o las tiene en formato escuelita. Quizás ahí se produzca alguna triangulación entre esos espacios de educación física, divisiones inferiores y clubes”.

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Daniela Díaz es la directora técnica de la Primera Femenina de River Plate. Nunca una mujer había ocupado un cargo en un equipo de Primera División de ese club. Nació en Córdoba. Jugó en Belgrano, Racing de Córdoba, UAI Urquiza y Boca. Cuando se retiró del fútbol comenzó con la dirección técnica. Su gran paso por Belgrano de Córdoba la ayudó a llegar al lugar donde se encuentra hoy.

Lo primero que hizo Daniela Díaz al momento de conocer la inclusión del fútbol femenino en las escuelas fue recordar: “Me imaginaba yo de niña queriendo jugar a la pelota en la escuela y nunca animarme porque eran todos varones. Nos dividían por nenas y nenes y las nenas no jugaban al fútbol. En la secundaria igual. Los deportes que nos proponían a las mujeres eran handball, vóley, natación o hockey. El fútbol sí estaba para los varones. Atravesar esa etapa donde una niña o una adolescente quiere jugar a algo y ni siquiera está en la escuela la propuesta era muy triste. Sé que no me pasó solo a mí, así que este anuncio fue muy emocionante”.

A pesar de que este convenio va a llevar, con el paso del tiempo, a una mejora integral del fútbol femenino en argentina, lo primero que pondera Daniela Díaz no es eso: “Lo que va a generar es tener infancias más libres en toda la Argentina. Va a hacer que la sociedad siga siendo un poco más igualitaria y más justa, para todas y para todes”. Aunque claro, esa libertad, esa posibilidad de no seguir escuchando un No rotundo, también va a llevar a una evolución de la disciplina que se practica en los clubes de AFA. “Y en cuanto al fútbol femenino lo va a potenciar, no tengo dudas. Hay grandes potencias en el mundo, como Estados Unidos, que juegan al fútbol desde muy chiquititas en escolaridad. Ojalá sirva para que nuestro fútbol femenino siga creciendo. Que se pueda instalar en las universidades”.

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Carla Mileo se dedica a contar. Micrófono en mano, a veces en cabinas de transmisión, a veces subida a precarios andamios –depende del nivel de desinterés que los clubes tengan por el fútbol femenino- narra los partidos que se juegan cada fin de semana por el Torneo de Primera División del Fútbol Femenino Argentino. El periodismo en el fútbol femenino –a diferencia de lo que sucede en el masculino- es muy cercano a las futbolistas. La lucha las une.

A pesar de tener 23 años, su relación con el fútbol en la infancia y adolescencia no es muy diferente a las experiencias de Daniela Díaz y Mónica Santino. “Todas queriendo hacer algo que se nos mostraba como jugar a la pelota pero no se nos permitía hacer. Y veíamos que era algo para disfrutar, para divertirse. Nos obligaban a hacer otros deportes. Sin tener la chance de practicar el mismo solamente por una cuestión de género. Y viendo que los varones lo hacían en las escuelas, no es que era un deporte que estaba prohibido. Estaba ahí a nuestro alcance y no lo podíamos hacer simplemente por una cuestión de género”.

También pondera la posibilidad educativa que brinda el fútbol femenino. Que puedan jugar las chicas o que se arme un fútbol mixto, puede ayudar a que la igualdad de género sea algo cada vez más cercano a la realidad. “En unos años las chicas habrán colmado el fútbol en las escuelas y el fútbol mixto va a ser una realidad en las escuelas. Para ellos a los 18 o 19 años, en la etapa en que las jugadoras tienen que dar como ese salto al profesionalismo, va a ser súper normal. Va a ser como ‘sí, estamos viendo jugar a una mujer, lo mismo que vi en toda mi infancia, en toda mi adolescencia. Cosa que para nosotros, para nosotras, no es tan normal. Para mi viejo y mi vieja, mucho menos”.

Al igual que Daniela Díaz, Carla Mileo también visualiza un futuro en el que, a mayores espacios de juego, mayor desarrollo de la disciplina. “Con el tiempo vamos a ver una transformación en el fútbol de primera femenino. Teniendo en cuenta que van a ser muchas más chicas jugando desde edades tempranas, que sabemos que eso es fundamental para el desarrollo de la técnica y para el aprendizaje del deporte en sí. Lo vamos a ver reflejado en una mejor forma de juego. En un estallido de jugadoras también”.

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La medida anunciada por AFA y el Ministerio de Educación no es solo la inclusión de un deporte que viene pidiendo mejor desarrollo y visibilidad desde hace rato. Es abrir la posibilidad de que más pibas decidan por sí mismas qué quieren hacer. Si el juego es sinónimo de goce y libertad, decidir a qué se quiere jugar es un derecho fundamental.

Hace más de cien años Alfonsina Storni escribió un poema que pinta, entre muchas otras posibilidades, a las futbolistas que vendrán. Se llama Bien pudiera ser y termina así: “A veces a mi madre apuntaron antojos / De liberarse, pero se le subió a los ojos / Una honda amargura, y en la sombra lloró. / Y todo eso mordiente, vencido, mutilado / Todo eso que se hallaba en su alma encerrado, / Pienso que sin quererlo lo he libertado yo”.

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