Ensayos
TELEVISIÓN, NOSOTRAS, NOSOTRES Y DESPUÉS

TELEVISIÓN, NOSOTRAS, NOSOTRES Y DESPUÉS

“Pensábamos que era la televisión la que distribuía  la “burundanga” gratis. Pues no. El fútbol acompaña. Anestesiados, vivimos sin asombro. En qué momento el mercado se apuntó a esta fiesta desbocada, a este arte bipolar de entretenimiento de masas y arte frívolo para millonarios.

Dicen que los únicos paraísos auténticos, son los paraísos perdidos.”

José Luis Lanao, ex futbolista de Vélez y campeón juvenil del mundo. Tokio, 1979. 

Elegimos estas líneas escritas por un ex futbolista para sintetizar, si es posible, el mar de sensaciones contradictorias que nos genera la transmisión del fútbol femenino en Argentina, suceso notable,  que tuvo su inauguración hace apenas unos meses con la vuelta de la Liga Profesional, el campeonato más importante que se juega en el país organizado por la Asociación del Fútbol Argentino.    

Una vieja demanda del fútbol de mujeres en Argentina era la falta de difusión. Este campeonato que acaba de cumplir 30 años, después de aquel arranque con pocos equipos allá por 1991, no gozaba de ninguna transmisión ni publicidad. Algunos medios independientes con el correr del tiempo se dieron a la enorme tarea de recopilar resultados de partidos, pormenores de campeonatos, entrevistas a las jugadoras. Una tarea militante de parte de periodistas varones y mujeres que peleaban contra viento y marea para publicar lo que parecía muy poca gente se interesaba. Ser mujer y futbolista no era trascendente. Ni siquiera se alcanzaba el status de deportista.

Por el año 1997 una señal de cable, el canal Siempre Mujer, se ocupó de transmitir fútbol femenino. Se cubría  el partido más importante de la fecha con la conducción de Sergio Goycochea y la producción de Eglis Giovanelli, periodista deportiva pionera en el ámbito del fútbol. Hubo un notorio crecimiento en la participación a partir de que muchos clubes accedían a algún dinero por derechos televisivos. Terminada esta etapa de un poco de tele, esa inscripción de equipos cayó estrepitosamente. Clara señal del poderío de la televisión sobre la voluntad política y social de los clubes de fútbol. 

Relatada esta parte de nuestra historia hoy disfrutamos una cobertura de dos señales del Estado, Televisión Pública y Deportv. Se puede acceder a la totalidad de partidos de la liga profesional. Los equipos periodísticos están integrados en su totalidad por mujeres. Se le suman las competencias internacionales como la Copa Libertadores y las actuaciones de la Selección Argentina. Este momento soñado, trabajado y sostenido por muchas concuerda con un momento social y político único. El movimiento de mujeres y diversidades en las calles. La entrada en agenda feminista del derecho al juego. Un abrazo que parecía impensado hasta hace unos años entre fútbol y feminismo. En ese lugar poner pensamiento, palabra y que entren a jugar todos los cuerpos posibles. Una revolución de la pelota que implica deseo y cuerpos que se empoderan a través del más popular de los deportes. Ese que nos dijeron que no podíamos jugar porque no sabíamos y no nacíamos con condiciones para hacerlo

Nos encontramos en este momento histórico inigualable distintas generaciones. Las que remaron desde el fondo de la cancha completamente inclinada y desfavorable. Las que empiezan a disfrutar el comienzo de una representación cultural del fútbol femenino y son protagonistas en estos días. No se puede dejar pasar este tren. Pero… ¿Adónde nos lleva?   

Dábamos el puntapié inicial a esta nota con ideas y pensamiento de un futbolista porque también un gran dato de estos tiempos son los, las, les deportistas que rompen el molde y se expresan con compromiso político acerca de lo que piensan y sienten. En definitiva no somos máquinas de jugar. Somos personas. Algo que en estos tiempos que corren hay que resaltar permanentemente. Dejó de ser obviedad cuando deportista se transforma en un producto de mercado. 

Y nos sumamos a esa corriente de pensamiento. En los territorios, en nuestra cancha de la Villa 31 aprendimos que jugar nos pertenece. Que nuestra pertenencia e identidad se construye con otres. Que no hay nada más importante que la compañera que juega a mi lado. Que las transformaciones son colectivas. 

La educación popular nos generó el hábito de la pregunta permanente sobre la práctica, sobre lo que hacemos y decimos. Tenemos a favor el inmenso espejo patriarcal para ver con lujos de detalles lo que el interés de mercado le hizo al conjunto de futbolistas. Un Diego Maradona intentó una respuesta grupal a los excesos de las exigencias de la televisión para la transmisión de México 86 a pleno rayo de sol al mediodía. Como esclavos modernos, los futbolistas se han convertido en piezas del tablero de ajedrez de las finanzas.

Por estas tierras, nos emocionamos cuando escuchamos a un grupo de pibas hablar del partido que vio en la tele, de la emoción de familiares y amigos por la futbolista cercana, de las compañeras periodistas que accedieron a un trabajo para hacer lo que aman. Es maravilloso. Soñado. Nunca imaginado. También nos llena de preguntas. ¿Seguiremos luchando para el interior de los planteles exigiendo igual y mejor salario para todas? ¿Nos va a importar más la jugadora del partido o seguiremos pensando que los goles, las victorias y las derrotas son producto del trabajo colectivo? ¿Nos sentiremos estrellas o más bien apuntaremos a que más pibas se acerquen a jugar al fútbol porque tienen referentes mujeres? ¿Contestaremos notas pensando siempre en el equipo o postearemos en redes sociales haciéndonos eco de agravios a compañeras? 

No debemos bajar la guardia. Llegamos hasta acá por la valentía de ser nosotras mismas. No queremos ser ese reflejo cruel del espejo que transmite privilegios que no le importa el que tiene al lado y piensa solo en salvarse a sí mismo.

Crecimos con la pelota bajo el brazo desafiando lo establecido. Fútbol feminista es para nosotras desde nuestro barrio, el que tiene conciencia de género, de clase y política.

Hagamos revolución siempre. Y que la tele juegue de nuestro lado. Nunca en contra. 

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