VILLA, A 8 AÑOS DE NI UNA MENOS

Resuenan en la cabeza y el cuerpo las palabras del periodista Alejandro Wall en la radio, recordando que el último partido de Sebastián Villa con la camiseta de Boca fue posando con el resto de sus compañeros tras el banner de Ni una menos en las vísperas del 3 de junio de 2023.

Símbolos, sentidos en disputa, batalla cultural. Podemos llamarla de mil formas y de distintos lugares. El fallo que lo condena a dos años y un mes de prisión en suspenso constituye un precedente. Porque Villa juega en Boca y la caja de resonancia es incalculable. Porque no son en vano las luchas del movimiento de mujeres, áreas de género en clubes y las miles de hinchas que estuvieron atravesadas todo este tiempo por la dolorosa e insoportable contradicción de gritar un gol de Villa y saber todo el significado de su condición de violento.

¿Con que nos quedamos después de la acción de la justicia, como se sigue, para donde orientar los debates?

Algunas cosas claras:

1) Fortalecer a las áreas de género en todas las instituciones deportivas, no son un decorado, son una herramienta indispensable para pensar clubes más justos y democráticos.

2) Formación de futuros futbolistas, construcción de nuevas masculinidades, dejar atrás formas que oprimen vinculadas a varones poderosos y en un universo donde las mujeres son absolutamente cosificadas.

3) Paridad de género en las comisiones directivas.

4) Infraestructura de clubes con perspectiva de género.

5) Acceso al deporte y al juego, en la cancha todos los cuerpos posibles.

Si no podemos arrancar este partido bravo que tenemos por delante, el caso Villa quedara como anécdota y no habremos aprendido nada que nos guie para transformar la realidad. 

Nuestros clubes deben defenderse de los intentos en convertirlos en sociedades anónimas con todas, todes y todos los socios, socias y socies adentro.