¿QUIÉN PAGA EL AJUSTE?
Otro 8 de Marzo que nos encuentra inmersas en una lucha cotidiana por defender nuestros derechos y conquistas; en esta oportunidad contra un gobierno que nos obliga a vivir en un clima marcado por el miedo, la incertidumbre, y la violencia.
Desde que esta gestión asumió, decidió ponernos como sus principales enemigas. Mujeres y disidencias estamos siendo condenadas al ataque sistemático, con discursos de odio y misoginia que circulan por los grandes medios de comunicación y redes, incluso también en las propias palabras del Presidente de la Nación.
El DNU impulsado por el oficialismo viene a poner en jaque los derechos conquistados a lo largo de estos 40 años de democracia, que están siendo barridos como polvo y con una clara idea de destruir lo ya construido. El intento de retroceder con la Interrupción Voluntaria del Embarazo; ponerse en contra de la Ley de Educación Sexual Integral, la Ley Micaela, la prohibición del lenguaje inclusivo, son algunos de los temas que se ponen en agenda. A su vez, atrás de la visibilización de estos temas, están otros que se quieren sacar de foco como el aumento desmedido de las prepagas, del transporte, y de una crisis que se agudiza día a día.
Este modelo de país y sus políticas de ajuste afectan principalmente a las trabajadoras; despidos, recortes en salud y educación, sin alimentos en comedores, modificaciones en las condiciones de vida y tareas de cuidado, que derivan en un recrudecimiento de la feminización de la pobreza. Somos las que más sufrimos las consecuencias del ajuste económico, donde están los mayores niveles de desempleo y precarización laboral.
Estos últimos días sin ir más lejos, nos encontramos con la noticia del cierre de Télam y de los Centros de Referencia (dependencias del ex Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en las provincias), con ello, cientas de trabajadoras quedarían sin trabajo. Esto se agrava además, cuando los despidos se dan en lugares que funcionan en articulación con poblaciones vulnerables, a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. Allí donde el Estado se retira, la población queda a la deriva, lo que recae en mayor conflictividad social.
Una de las consignas que más resonó en las asambleas de cara al 8M fue EL HAMBRE; no estaba siendo el principal reclamo de los últimos años. Nos encontramos ante un congelamiento de los programas sociales, suspensión del POTENCIAR, dónde la mayoría de sus beneficiarias son mujeres, que pone en riesgo lo más elemental: tener ingresos suficientes para no caer en la indigencia.
Como mencioné al inicio, este gobierno no nos da respiro. El miércoles, el Presidente inauguró el ciclo lectivo en la escuela de su infancia, durante su discurso, además de reírse de un alumno en pleno desmayo, de criticar al marxismo y al comunismo, apuntó nuevamente contra la interrupción voluntaria del embarazo cuando dijo “es un asesinato agravado por el vínculo”. Llegó incluso a acusar a los políticos de “asesinos de pañuelos verdes”.
El movimiento feminista no está derrotado, está más vigente que nunca. No podemos dejar que las políticas públicas de cuidado que protegen ante situaciones de violencia de género, sean pisoteadas.
La patria no se vende, nuestros derechos se defienden, este 8M lo vamos a demostrar en la calle.
“Bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”, Simone de Beauvoir.