EL ÚLTIMO VAGÓN A CONSTI
Juan y Ale recorren de punta a punta el andén de la estación en busca de camisetas de Banfield. Cada vez que ven una, le convidan un mate y le dicen que vaya para el fondo. La convocatoria de los clubes de zona sur nucleados en la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino tenía una consigna: viajar con la casaca de tu equipo puesta en el último vagón del tren Roca en el horario asignado.
La caravana arrancaba en Temperley a las 10.15 y 3 minutos después recorrería todas las otras estaciones en busca de más hinchas para llegar todas y todos juntos a Constitución.
Esperando en Banfield estaba Coco, infectado de dengue, apenas podía mantenerse parado dos minutos y ya se tenía que sentar. Después de haber pasado por la misma situación hace poco, le pregunto cómo iba a hacer para aguantar en la Plaza. Ahí me aclara que no iba a ir, que no daba más del dolor de cintura, que pasó a saludar y a estar presente a su manera. En Escalada se bajaba y se iba a la casa a seguir el reposo.
Después, en el trajín de los saludos y las charlas, lo pierdo de vista. Viene el tren y cuando se abren las puertas, nos reciben con aplausos los compañeros y compañeras de Temperley y Los Andes. Cuando se apaga el murmullo de los saludos, del medio del andén veo a alguien colgado de las manijas balanceándose. Parece un trapecista de un circo a punto de entrar en escena. Es Coco que empieza el cantito que se hace un estruendo casi divino. “Como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”. Cuando se apaga el grito nos dice que en Lanús, cuando suba el resto, la cantáramos de nuevo.
Baja en Escalada y lo veo irse caminando como puede con su remera de Banfield por los Derechos Humanos. La Plaza de Mayo queda frente a la Casa Rosada en la Ciudad de Buenos Aires. Pero vive donde se nos cante cantar y esparcir la memoria colectiva.
Cuando el tren asoma el hocico en la estación Lanús veo una remera con la 10 de Garrafa Sánchez en letras verdes. Podría ser un hincha de Laferrere que quedó de gira del viernes cuando jugaron por Copa Argentina contra Independiente en La Fortaleza. Pero es Cherco, de Banfield por los Derechos Humanos, que viste la naranja del Taladro de la Libertadores 2005. Está acompañado de su hija, que también tiene puesta una naranja, pero más reciente. Entran al vagón custodiados a sus espaldas por un grupo de compañeros y compañeras con casacas de Lanús. No es ciencia ficción, es el poder infinito de los derechos humanos que nos une mientras nos dividen maldades, corazones siniestros.
Al lado de la puerta, y pegado a mí, queda un hincha del Grana que me dobla en años. Hablamos un poco de la gente que metió Lafe el viernes. Fue un tentempié para seguir charlando y que me cuente que el sábado a la noche hubo un acto por la memoria en la 9 de Julio, la peatonal de Lanús, como previa al 24 de marzo. Allí implementó una táctica para que no le duelan las gambas de estar tanto tiempo parado. Consistía en ponerse alpargatas (granates) con medias para que queden bien acolchonados los pies. Me las muestra y me dice “equipo que gana, no se toca”.
En la estación Darío y Maxi sube con la remera de Independiente el periodista Claudio Gómez. Autor de los libros Maten al rugbier que narra las historias de los veinte jugadores desaparecidos de La Plata Rugby Club y de El partido rojo sobre la hazaña de Independiente contra Talleres en 1978, en el medio de la más sangrienta dictadura.
Por un momento me olvido que estamos en un país con un gobierno nacional negacionista que vino a provocar y a intentar un retroceso en la lucha por la memoria, la verdad y la justicia que llevó muchos años consolidar. “Son tiempos donde debemos imaginar y crear nuevas formas para llegar más y mejor con nuestro mensaje. Por eso el viaje colectivo en un mismo tren, fue una experiencia hermosa y novedosa”, reflexiona Cherco.
Siento que somos un tren que va hacia adelante, como si ese ferrocarril que ya mete la trompa en Constitución lo estuviéramos empujando con el poder de nuestros cantos, con la potencia de nuestras remeras adornadas por las Malvinas y con imágenes de compañeros desaparecidos. Cuando llegamos a Consti escucho dos señoras del otro lado del vagón que se dicen “vamos allá, vamos con los que cantan”. Y se nos pegan.
Somos representantes de los clubes y “los clubes no se venden”, es la canción para ir avanzando. No hay necesidad ni urgencia de discutir el modelo de asociaciones civiles. Sigan su ruta para otro lado con las SAD, no tienen cabida en nuestras estaciones.
Al ingresar al hall ya somos un montón. Hinchas de clubes, gente suelta, trabajadores del Roca que se suman. Uno es todos y todos somos uno al ritmo de “olé olé, olé ola”. Para un futuro documental sobre la Coordinadora hay dos pibes filmando. Una señora con el brazo izquierdo enyesado dice mirando a cámara que “la memoria tiene identidad”.
La gente va pasando atrás nuestro y escucho una conversación entre dos pibitos vestidos para ir a jugar a un club de barrio. “Es la hinchada de Banfield”, le dice uno y el otro le responde “y la de Lanús también”, señalándole para una parte llena de camisetas granates.
A Marcelo, del departamento de Derechos Humanos de Temperley, le parece importante ese mensaje de convivencia que se genera puertas afuera, para toda esa gente que vio el viaje en tren o marchar a todos los clubes juntos. Algo que ocurrió por primera vez en 2018 como algo excepcional y que pasó a ser natural y cotidiano. “Cuando surge una actividad, lo primero que se me ocurre es mensajearme en el grupo que tenemos con gente de Los Andes y Banfield, para hacerla los 3 clubes juntos. Un mural en el hospital Estévez se lo propusieron a la gente de Los Andes Tiene Memoria y lo hicimos los 3 clubes”, me cuenta.
Mientras cruzamos la plaza de Constitución rumbo a la 9 de Julio, le digo a Osvaldo de Banfield que esto me hace acordar a los partidos de visitante. Esos encuentros donde aprendimos de asfalto, solidaridad y cuidado entre pares. “Ya no creo que vuelvan”, razona con criterio. Y tiene razón. Pero acá estamos a nuestra manera construyendo una vuelta a lo que nos quitaron, en el fútbol y como pueblo.
Y así fuimos todos juntos y juntas rumbo a Avenida de Mayo para el encuentro con el resto de los clubes de la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino. Sacamos una foto con una bandera desplegada que decía “Memoria, verdad y justicia. En las tribunas faltan 30.000”.
Después de compartir un largo rato, cada uno y cada una enfiló para la Plaza aisladamente o con alguna organización. A la vuelta, mientras recorríamos por fuera todo el tren en Constitución en busca de un asiento, nos cruzamos con compañeras que también estaban encarando el regreso. Estaban adentro ya acomodadas, alguien saltó y les dijo “no es acá, es en el último vagón”.
Foto: Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino.