Ensayos
EL DEPORTE PARA VOLVER A VIVIR

EL DEPORTE PARA VOLVER A VIVIR

“Qué pena”, “es tan joven”, “ya no tiene salvación”. El lamento era eterno allí donde trabajaba, ya que cada vez que llegaba un paciente con una lesión en la médula espinal prácticamente lo hacía con una sentencia de muerte atada a su cuello. El neurólogo y neurocirujano Ludwig Guttman sentía que no podían solamente rendirse y ya, sino que tenía que haber algo más allá. Él había escapado de la Alemania nazi cuando desde el poder le habían impedido seguir ejerciendo por ser judío, sin importarles que fuera uno de los médicos más reconocidos a nivel nacional. De hecho, por culpa del odio que éstos profesaban había perdido tanto a su padre (asesinado en un campo de concentración) como a su hermana (que murió en una cámara de gas).

Guttman pudo llegar junto con su familia a Inglaterra, donde terminaría trabajando en la Unidad Nacional de Lesiones Espinales del Hospital de Stoke Mandeville. Allí se encargaban de recibir a los heridos que iba dejando la Segunda Guerra Mundial. Y, nuevamente, volvió a escuchar los lamentos, el dolor, la decepción, la desesperación, ya que por aquel entonces los pacientes con estas lesiones podían llegar a vivir como máximo unos tres años, aunque muchos se iban de este mundo a las pocas semanas o meses debido a las fallas en los riñones o a la depresión, producto de saber que ya no volverían a ser los mismos de antes.

El médico no se rindió: él estaba allí para salvar vidas, no para perderlas. Y fue entonces cuando descubrió que el deporte ayudaba a los pacientes no solo a recuperarse mejor a nivel salud, sino que incluso mentalmente demostraban tener un cambio brutal, ya que, pese a estar en una silla de ruedas, volvían a sentir que tenían el control, que podían volver a vivir. Cuando descubrió que en 1946 se creó un equipo de baloncesto en silla de ruedas en Estados Unidos ya no lo dudó: ahí estaba la herramienta que tanto había anhelado. Dos años después, Guttman organizaría una competencia deportiva (en este caso de arquería) en Stoke Mandeville con catorce hombres y dos mujeres veteranas de la Segunda Guerra Mundial que habían visto transformada su realidad gracias al deporte. Este evento coincidió con el inicio de los primeros Juegos Olímpicos de la postguerra, en Londres, por lo que quedaría establecido el primer vínculo de lo que luego se considerarían los Paralímpicos.

Los Juegos de Stoke Mandeville irían ampliándose año tras año, sumando participantes y deportes nuevos en primera instancia, hasta que en 1952 se realizaría la primera experiencia con un equipo internacional, en este caso neerlandés. Gracias a esta apertura fue que conocería al italiano Antonio Maglio, quién estaba llevando a cabo las mismas prácticas que el alemán en Roma. Tras el certamen disputado en 1958, Maglio le sugirió a su colega que en 1960 ellos podrían acoger los Juegos, aprovechando las instalaciones que se utilizarían para los Olímpicos.

Alrededor de cuatrocientos deportistas (todos con lesiones en la médula espinal) de diecisiete países viajaron hasta Italia para poder participar en ocho deportes. La Argentina enviaría a cinco nadadores y cuatro terminarían llevándose una medalla, dejando a la delegación en el décimo lugar. El movimiento paralímpico, gracias a este gran impulso, comenzaría a crecer a pasos agigantados, empezando a sumar deportes para personas con otro tipo de discapacidades (amputados, gente con parálisis cerebral, parapléjicos, ciegos). Esto empezó a ayudar a cambiar la percepción que se tenía acerca de las personas discapacitadas, quiénes muchas veces eran dejadas de lado debido a que “no eran útiles para la sociedad”. El deporte servía para cambiar vidas, sí, pero también estos eventos dejaban en claro que estábamos en presencia de deportistas de élite, que dormían, trabajaban o competían con el mismo ímpetu, pasión y talento que los que iban a los Olímpicos. De hecho, en 1976 la UNESCO establecería que las personas con discapacidad tenían el derecho a participar en los eventos deportivos y recibir educación física.

El último paso que cambiaría la vida de los Juegos Paralímpicos se daría durante la década de los 80s. En Los Ángeles 1984 se incluiría a modo de demostración una carrera en silla de ruedas de mil quinientos metros para los hombres y ochocientos para las mujeres y cuatro años después, y tras varias charlas se lograría que, a partir de Seúl 1988, los Paralímpicos se realizaran en el mismo lugar que los Olímpicos, algo que solo había pasado en 1960 y 1964. Este hecho terminaría por magnificar al evento de una manera nunca antes imaginada, algo que lleva a que, en París 2024 sean 4463 los deportistas -venidos de ciento sesenta y nueve Comités Nacionales-, mismos que compiten en veintidós deportes.

Paralímpicos en Argentina

Nuestro país, como dijimos, dijo presente en la primera edición y, desde entonces, no se ausentó nunca. Hasta Arnhem (Países Bajos) 1980 tuvo performances magníficas, llegando a sumar hasta 37 medallas en total en Tokio 1964 (seis doradas) y 10 triunfos en Tel Aviv 1968. El declive, desde entonces, fue notorio, llegando a estar desde Sydney 2000 hasta Londres 2012 sin obtener una sola medalla de oro, algo que rompió la velocista Yanina Martínez en Río 2016.

Juan Sznitowski, Silvia Cochetti, Susana Olarte, Olga Ricchetti, Gustavo Galíndez, Eugenia García, Marcela Rizzotto, Mónica López, Betiana Basualdo o Guillermo Marro fueron alguna de las leyendas que ha tenido Argentina durante el siglo pasado, aunque en la actualidad se han sumado íconos que resuenan con fuerza como Silvio Velo, Jorge Lencina, Gustavo Fernández o la propia Martínez.

En París están participando setenta deportistas, lejos de los ochenta y dos que estuvieron en Río 2016, pero superando con creces los cincuenta y ocho que estuvieron en Tokio 2020, siendo ésta la segunda mejor concurrencia en lo que va del siglo XXI. En los primeros días, y hasta el cierre de este texto, nuestra delegación lleva obtenidas siete medallas gracias a las excelsas actuaciones del nadador Iñaki Basiloff (oro en doscientos metros mixtos SM7 y bronce en 400m estilo libre S7), la atleta Antonella Ruíz Díaz (dos bronces en lanzamiento de bala F41 y lanzamiento de peso F41), Juan Eduardo Samorano (bronce en taekwondo, categoría hasta 70kg K44), Fernando Vázquez (bronce en salto de longitud T12), Alexis Sebastián Chávez (bronce en 400m T36) y Brian Lionel Impellizzeri (oro en salto de de longitud T37).

Araceli Rotela, Fernando “Pipo” Carlomagno, Analuz Pellitero, Lautaro Cancino, Stefania Ferrando, Rodrigo Romero, Luis Cristaldo, Gabriel Copola, Constanza Garrone, Ariel Atamañuk, Hernán Barreto, Yanina Martínez y el equipo de Los Murciélagos (con Maxi Espinillo, el heredero de Velo, a la cabeza) son alguno de los grandes deportistas que están dejando todo en Francia, como lo hicieron los deportistas olímpicos hasta hace unos días atrás.

Sin embargo, y pese a que el talento sigue siendo el que termina sacando a flote a la delegación, lo cierto es que la crisis que viven los deportistas paralímpicos es histórica, ya que ellos reciben muchísimo menos dinero que sus contrapartes olímpicas, a la vez que suelen ser los primeros en ver como sus becas se esfuman o dejan de participar de certámenes por la falta de apoyo. “Decimos BASTA. Queremos dirigentes que estén a la altura de lo que Argentina merece, capacitados, que pujen por un mejor movimiento, que tomen las decisiones de manera consensuada, democrática y transparente. Nunca más queremos llegar a un torneo internacional sin saber si estamos inscriptos. No queremos más bajas de becas arbitrarias. Queremos que a los torneos más importantes viajen los deportistas mejor ubicados en el ranking”, expresarían veintidós atletas y entrenadores en el 2020.

La situación precaria se mantuvo incluso en la previa de París. Los Murciélagos, posiblemente la marca registrada más importante de la patria deportiva tras Las Leonas –y campeones mundiales en el 2023-, vieron como de un día para otro no solo le cambiaban al cuerpo técnico, sino que hasta dejaban de recibir dinero. “En muchas concentraciones no había merienda, tuvimos que hacer una vaquita los jugadores o encargarnos nosotros de las combinaciones de vuelos de los que viajan desde el interior”,le manifestaría Matías Olivera a Clarín. En el mismo medio Junior Fernández expresaba que “dejamos pasar el tiempo y la situación empeora. No contamos con entrenamiento profesional, ya no tenemos el trabajo de nutricionistas, analistas de videos de los rivales, es diferente el plan físico de los jugadores de las provincias que el que tenemos en Buenos Aires”. Tan mala fue la situación que incluso llegaron a expresar que no viajarían a competir a los Paralímpicos.

Lo que ayudaría a destrabar esta situación (y la de muchos otros deportistas) fue la gestión realizada por el periodista Claudio Destéfano, quién junto con Maximiliano Nobili (de la Fundación Paradeportes) creó la campaña “Dale al Campeón”, con la que se lograron juntar más de 10 millones de pesos, dinero que se usó para ayudar tanto a Los Murciélagos como a otros 24 deportistas. Destéfano pudo contactarse con varias figuras olímpicas (como Luciana Aymar, Fabricio Oberto, Andrés Nocioni, Paula Pareto, Hugo y Facundo Conte, Sebastián Crismanich y mucho más), quienes donaron más de 50 objetos de gran valor afectivo e histórico para que fueran vendidos y así poder ayudar a las delegaciones a viajar a París.

A diferencia de sus primeras versiones (hechas más a pulmón), hoy los Juegos Paralímpicos son un evento multitudinario, que puede verse al completo y de forma gratuita desde su canal de YouTube y que ha visto como más de dos millones de personas han comprado tickets para poder asistir, con hinchadas que son sumamente fieles (como la canadiense en el rugby en silla de ruedas, la neerlandesa en ciclismo y tenis en silla de ruedas, la iraní en vóley sentado o la china en tenis de mesa). Los argentinos, pese a las limitaciones que tienen en cada Juego, compiten intentando dar todo de sí, no solo para buscar un lugar en la gloria, sino también para dejar una marca en la próxima generación, una que, gracias a estos deportistas, descubrirá que su discapacidad no es motivo para no practicar algún deporte. Porque, como expresa el Comité Paralímpico Internacional, en estos Juegos se puede ver al “Espíritu en Movimiento”.

Autores

  • Periodista, escritor y narrador de historias. Fundador de The Line Breaker. Amante de los deportes, sobre todo de lo que no miran los medios. Escribió cuatro libros: Detras del muro (2020), Titanes (2022), Hermandad, unidad y jogo bonito (2023) y 2001 una odisea argentina (2024), todos editados por LibroFutbol.

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  • Un poco diseñador gráfico un poco ilustrador. Criado en el mundo de los cómics.

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